Novena a María Auxiliadora. Día 04.

María, testigo del amor de Dios en el mundo.

María es el ejemplo viviente del amor de Dios por la humanidad. A través de su amor maternal, María muestra a todos cómo Dios nos ama

y nos acompaña en la vida de cada día. Mirando a María como testigo del amor del Padre Celeste, podemos vivir una relación siempre más profunda y auténtica con Dios.

Comentario del Rector Mayor.

Carissimi, Queridos hermanos, nos encontramos en nuestro cuarto día, aproximándonos a la mitad de nuestro recorrido en compañía de María. Hoy avanzamos un poco más en entender la verdadera devoción hacia Ella. Nuestro patrono, San Francisco de Sales, nos enseñó que la devoción no consiste solo en actos externos, sino en una relación profunda y genuina con Dios. Es Dios quien nos ama primero y establece un canal de comunicación con nosotros, y lo hizo a través de María, quien trajo al Salvador al mundo. Del mismo modo que Dios se encarnó por medio de María, nosotros también podemos acercarnos a Él a través de Ella, nuestra Madre celestial.

Existen tres niveles de devoción a María: el primero es llevar una vida cristiana auténtica, evitando el mal y rezando ocasionalmente a María; el segundo nivel implica un amor más profundo, confianza y veneración hacia María, tomando su vida como modelo; y el tercer nivel consiste en una consagración total a María y a Jesús a través de Ella, haciendo todo con María, en María y por María.

Recordamos con cariño a Santo Domingo Savio, quien se entregó completamente a María al fundar la Compañía de la Inmaculada, un gesto que inspiró a muchos otros jóvenes a seguir su ejemplo. Este primer grupo de jóvenes consagrados a María fue el germen de los futuros Salesianos, junto con Don Bosco, dando origen a la Sociedad Salesiana.

La relación entre Don Bosco y la Madre Mazzarello también refleja un ferviente deseo de difundir el amor de María entre los jóvenes, lo cual culminó en la fundación de las Hijas de María Auxiliadora. La experiencia vivida en Valdocco y Mornese demuestra claramente la intervención directa de María en la vida de Don Bosco, los jóvenes y sus colaboradores, quienes se entregaron a Ella como hijos. En todo esto, observamos la influencia y maternidad de María, que, como Madre amorosa, guía y protege a sus hijos en el camino de la vida.

Que nuestro camino de devoción a María nos acerque cada vez más a Jesús y nos convierta en verdaderos testigos de su amor en el mundo. Que nuestro camino de devoción a María nos acerque cada vez más a Jesús y nos haga auténticos testigos de su amor en el mundo.

Consagración a María.

Virgen María, mujer de contemplación, testigo del amor de Dios a todas sus criaturas, has vivido en profunda relación con el Señor, líbranos de la prisa “del hacer” y del frenesí cotidiano.

Atrae hacia ti, con tu ejemplo, a nuestras comunidades educativas. Deseamos consagrarnos a Jesús, tu Hijo, para que contigo, en ti y por ti podamos comprender el secreto de “saber pasar tiempo con Jesús” conservando la paz interior que nos hace creyentes auténticos, fieles y alegres como vientres gestantes y generadores de vocaciones en la Iglesia y en la Familia Salesiana. Amén.

Reza 3 Salves con la jaculatoria: “María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros”.

Acordaos, oh, piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh, Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh, Madre del Verbo divino, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.


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