El 29 de diciembre de 1887, Don Bosco, débil y casi dormido, dio sus últimos consejos: obediencia, amor fraterno y devoción a María Auxiliadora. Sus palabras siguen inspirando hoy.

El 27 de diciembre de 1887, Don Bosco vivió un traslado caótico y doloroso, pero siempre tranquilo. Reía y sorprendía a todos, mientras se negaba a pedir su propia sanación.

Navidad tranquila, pero Don Bosco recibe visitas importantes y la bendición del Papa llega justo a tiempo. ¿Qué pasará con él esta noche especial?

El 24 de diciembre de 1887, Don Bosco se preparó para recibir el Viático entre lágrimas y emoción. Todos lloraban, él parecía un ángel… ¿lograría resistir su grave enfermedad?

En la víspera de Navidad, Don Bosco agradece, se inquieta y encarga un cuadernito secreto con sus últimas reglas. Además, pide morir «sin un céntimo». ¿Qué más reveló esa noche?

El 23 de diciembre de 1887, Don Bosco, sintiéndose muy débil, se prepara para la eternidad. Sus últimas palabras y gestos muestran fe, despedidas y una entrega total a Dios.

El 21 de diciembre de 1887, Don Bosco parecía al borde de la muerte, pero entre fiebre y vómitos, sorprendía con bromas y fuerza de espíritu que nadie esperaba.

El 19 de diciembre de 1887, Don Bosco escribió sus últimas palabras a los Cooperadores Salesianos, dejando consejos, bendiciones y advertencias que nadie olvidaría jamás.

Ese 18 de diciembre de 1859, Don Bosco reunió a sus jóvenes: algunos aceptarían entrar a la Pía Sociedad y cambiar su destino, otros seguirían su propio camino. ¿Quién se atrevería?

El 17 de diciembre de 1887, Don Bosco confesó por última vez a sus muchachos, pese a la fiebre y el cansancio. Cada confesión era un adiós silencioso que nadie olvidaría.