11 de junio: San Bernabé

San Bernabé,
apóstol.

San Bernabé fue quien animó a San Pablo, que entonces era Saulo a ser el apóstol de los gentiles. Así que debía tener un buen nombre entre los miembros de la comunidad de Jerusalén, porque le hacía mucho caso a lo que proponía.

Seguramente era un levita, uno de los que cuidaban el templo, y fue atraído hacia la fe por uno de sus apóstoles. Él fue el primero que consideró que sus bienes y su dinero debía ponerlos a disposición de todos. Vendió un campo que tenía y llevó el dinero a los apóstoles para que lo repartiesen. Un estupendo gesto que nunca se olvidó en el grupo de seguidores de Jesús.

Bernabé fue quien presentó a San Pablo a la comunidad de Jerusalén. No se fiaba de Pablo, porque los había perseguido hasta hacía poco tiempo. Bernabé les contó cómo se había convertido y ahora era uno de los buenos discípulos del Señor hasta tal punto que los judíos querían matarlo. Ante las palabras de Bernabé, acogieron al antiguo Saulo y lo protegieron. Para evitar que los judíos lo apresaran lo mandaron a Tarso, su ciudad natal.

Mientras tanto Bernabé fue enviado a Antioquía, donde estaba naciendo una comunidad cristiana, para que viese cómo iban las cosas. A Bernabé le gustó tanto lo que vio en Antioquía que se quedó allí y mandó llamar a Pablo para que le ayudase a predicar el Evangelio a toda la comunidad.

Bernabé y Pablo volvieron a Jerusalén para llevar el dinero que se había recogido en Antioquía para los pobres. En Jerusalén dieron cuenta de todo lo que había sucedido en Antioquía. Luego los mandaron en viaje de misioneros a Chipre y la península de Anatolia (Turquía). En el viaje pasaron de todo, buenas recepciones del mensaje del Señor, rechazo, persecución, fundación de nuevas comunidades. Volvieron a Jerusalén muy contentos por todo lo que habían pasado. Y asistieron a la reunión de los apóstoles para solucionar el problema de los cristianos que venían del paganismo y se decidió que no tenían que estar sometidos a la ley de Moisés, bastaba la gracia del bautismo para hacerlos hijos de Dios. Bernabé también era de esta opinión.

Hizo un viaje misionero más, acompañado ahora por San Marcos. Según la tradición fue el primer obispo de Milán, murió apedreado en la isla de Chipre y escribió unas cartas que llevaron buen ánimo en la vida de la comunidad que llevaban los cristianos en tierras lejanas.


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