26 de mayo: San Felipe Neri.

San Felipe Neri,
Sacerdote.

Es este uno de esos santos que llaman la atención por su santidad aun estando en vida. Se le llamó «el santo de la alegría«, «el apóstol de Roma«, «Música de Dios«. Y todo eso fue en verdad, San Felipe Neri.

Nació en Florencia el 21 de julio de 1515 y fue educado por sus padres y por los dominicos del convento de San Marcos. Pero, a pesar de que su padre era notorio, no podía pagar la educación de su hijo, por lo que lo mandó a la ciudad de San Germán para que lo atendiese un pariente suyo llamado Rómulo que era comerciante.

A Felipe no le interesaron los negocios y a los 18 años dijo adiós a su tío y se marchó a Roma, de la que no saldría nunca más. Encontró habitación barata en casa de un florentino, Caccia. Viviría en la casa a cambio de dar clases a los hijos de la familia. Comenzó unos estudios de filosofía y teología, pero los abandonó a los dos años, porque lo que él deseaba de verdad era hacer el bien a los demás directamente.

Cuando tenía 20 años empezó unas visitas a los lugares santos de Roma, especialmente a las catacumbas. Se dio cuenta de que la Iglesia primitiva era la que de verdad seguía los pasos de Jesús y él quería imitarlos. Se lanzó a tratar con los niños abandonados de la calle, con los jóvenes que se le juntaban en sus retiros de oración, con los enfermos en los hospitales, con los pobres que pedían limosna por todas partes. Felipe era feliz y así consiguió que muchas personas volviesen al trato con Dios y a llevar bien su vida cristiana que tenían muy abandonada.

Se hizo amigo de un sacerdote, el Padre Persiano Rosa, que le aconsejaba y le animaba en sus obras. Los dos fundaron la Cofradía de la Trinidad de Convalecientes y Peregrinos, que se encargaba de ayudar a los que salían de los hospitales y se quedaban desamparados. Se reunió en la cofradía un buen número de jóvenes a los que Felipe había acogido como compañeros. Todos los días tenían una hora de oración y luego comenzaban sus obras de caridad. El santo les decía: Hemos terminado la hora de oración, pero no ha terminado la hora de hacer el bien.

El padre Rosa le aconsejó que debía hacerse sacerdote y él siguió el consejo y en 1551, a los 36 años, fue ordenado sacerdote. Entonces se aclaró todo lo que deseaba: con sus discípulos y penitentes organizó un grupo que se reunía para rezar, leer, comentar, oír charlas del padre Felipe y después se marchaban a hacer el bien. Era el Oratorio Romano, que más tarde se convirtió en la Congregación del Oratorio, donde había sacerdotes y laicos, eso fue una gran novedad en la Iglesia.

Murió en Roma el 26 de mayo de 1595. Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV.


Descubre más desde Parroquia El Espíritu Santo

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.