María modelo de santidad.
María es Madre y Maestra, nos sostiene para que podamos “volar” en el camino de la santidad. En esta llamada, sencilla y accesible para todos, la diferencia radica en ese “extra” que proviene de la “verdadera devoción”, es decir, de ese intercambio de amor efectivo y afectivo con María, que estimula a crecer continuamente en el amor a Dios y al prójimo. María es el modelo perfecto, la más santa.
Comentario del Rector Mayor.
En esta novena a María Auxiliadora quisiera regalaros un secreto de santidad, más aún, el secreto de María.
Este secreto no es algo inaccesible o reservado a unos pocos elegidos. Es algo que podemos experimentar en lo cotidiano, en las cosas más ordinarias de la vida. Es un don, una gracia, que podemos pedir directamente al Espíritu Santo y a María misma.
Así es, Dios desea que tú te santifiques, que alcances la plenitud de la vida en esta existencia y que seas glorificado junto a Él en la eternidad. La santidad no es un privilegio reservado a unos pocos, sino una llamada universal, una vocación para cada uno de nosotros. Esto significa que cada pensamiento, cada palabra, cada acción, cada sufrimiento, cada aspiración debe orientarse a Dios.
No hay razón para temer. Si dejas que Dios habite en ti, su amor transformará tu vida en una obra maestra de santidad. El camino de la santidad está marcado por el Evangelio de Jesús, que nos pide humildad de corazón, oración constante, abnegación, confianza en la Divina Providencia y obediencia a la voluntad de Dios.
No se trata de esfuerzos voluntaristas ni de autoperfeccionamiento, sino de acoger la gracia y la ayuda de Dios con humildad y confianza. Y para ello, ¡es imprescindible encontrar a María! Es María la que nos guía, la que nos acompaña a lo largo este camino de santidad. Por eso, queridos amigos, no tengáis miedo de anhelar la santidad.
Abrid vuestros corazones a la gracia de Dios, dejaos ser modelados por su amorosa bondad y encomendaos a la materna intercesión de María Auxiliadora. Que esta novena sea para nosotros un tiempo de reflexión profunda y de conversión sincera, para que podamos caminar con confianza por el camino de la santidad.
Consagración a María.
Virgen María, mujer sabia y primera Discípula de Jesús que en el silencio de tu corazón envuelta por el Espíritu Santo encontraste la gracia de Dios y engendraste en tu seno al Salvador, concédenos comprender que el camino de la santidad es una llamada universal a la que todos están invitados a responder.
Abre nuestros corazones a la Gracia de Dios para que nuestros pensamientos, motivaciones y acciones cotidianas se orienten hacia Dios. Amén.
Cuando a Don Bosco se le pedía alguna gracia solía responder:
“Si deseas conseguir gracias de la Virgen María tienes que hacer una novena” (MB IX, 289). Esta novena, de acuerdo con Don Bosco, tendría que ser hecha “en la iglesia y con fe viva” y como un ferviente homenaje a la Sagrada Eucaristía. Las disposiciones para que la novena sea eficaz, según Don Bosco, son las siguientes:
- No apoyarse en el poder de los hombres: confiar sólo en Dios.
- A petición se debe basar totalmente en Jesús Sacramentado, fuente de gracia, de bondad y bendición. Se base en el poder de María que quiere Dios glorificarla en la tierra.
- En todo caso, se ponga la condición del fiat voluntas tua y si es para provecho del alma de quien se pide.
Reza 3 Salves con la jaculatoria: “María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros”.
Acordaos, oh, piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh, Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh, Madre del Verbo divino, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
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