14 de mayo: San Matías.

San Matías,
Apóstol.

Su nombre es una reducción de Matatías que, aunque en castellano es nombre que hace gracia, en hebreo significa «regalo de Dios» que es un nombre muy bonito. Es una lástima que sólo sepamos de él que lo eligieron para ocupar el puesto vacío que había dejado Judas Iscariote. Ya sabes que Judas fue el apóstol que entregó a Jesús a sus enemigos. Él lo vendió a los jefes de los judíos por treinta monedas de plata y luego guio a los soldados hasta el Huerto de los Olivos donde detuvieron a Jesús. Cuando quiso enmendar el mal que había hecho no le hicieron caso. Judas arrojó las monedas al suelo y se ahorcó.

Por lo tanto, al quedar vacío el puesto de Judas en el número doce de los apóstoles, se reunieron los once para que alguien ocupara el sitio. San Pedro empezó a hablar y explicó el motivo de la reunión: Había que elegir a uno de los que habían seguido a Jesús desde el principio y debía ser testigo de su resurrección. Así que tenía que salir de un grupo muy reducido, un privilegiado en el trato con el Maestro, seguidor fiel y amigo íntimo del Señor, participante en la alegría de la resurrección, junto con María, la madre, y los apóstoles.

Después de mucho pensar, leer y revisar listas, se quedaron para el final con dos nombres: uno era José, llamado Barsabás conocido también como el Justo. El otro era Matías, sin más. Luego siguió una oración de los reunidos en la que se pide que el Señor muestre al que Él ha elegido. No lo eligen ellos, dejan que sea el Espíritu Santo quien realice la elección. Después echaron a suertes y ya sabemos sobre quien recayó el cargo del nuevo apóstol: San Matías.

Parecía que tendría que ser el otro, de quien se dan varios datos, pero los planes de Dios son otros planes y la elección cayó en quien menos importancia tenía a los ojos de los demás. Con seguridad ya no sabemos nada más de este santo apóstol. Una tradición dice que fue uno de los 72 discípulos que Jesús envió delante de Él a predicar. Otra nos cuenta que San Matías era el mismo Zaqueo que, ansioso por ver a Jesús, se subió a una higuera para verlo.

Lo que es seguro es que predicó el Evangelio hasta su muerte. Que fue mártir como los demás apóstoles y que ahora es un ejemplo para todos nosotros, porque recibimos el ser cristianos porque Dios quiere, seguimos a Jesús durante toda nuestra vida y debemos ser testigos de su resurrección.


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