25 de abril: San Marcos.

San Marcos,
Evangelista.

El nombre de este evangelista sale por primera vez en el libro de los Hechos de los Apóstoles. San Pedro estaba en la cárcel y, mientras tanto la comunidad cristiana de Jerusalén rezaba a Dios por él. La noche antes de juicio fue liberado milagrosamente y llegó hasta la casa de María, «madre de Juan, por sobrenombre Marcos». Aquella casa era muy conocida, debía ser el lugar de reunión de la comunidad. Pedro fue recibido con gran alegría. El muchacho Juan Marcos acogió al apóstol con la satisfacción del que acoge a un maestro y amigo.

En el mismo libro se cuenta que Pablo y Bernabé llegaron a Antioquía procedentes de Jerusalén y llevaban con ellos al joven Marcos. Siguió con ellos hasta Chipre y siguió en su compañía, mientras realizaban el viaje misionero. Dejaron Chipre y quisieron seguir el viaje, pero a Marcos se ve que le pareció demasiado largo y se volvió a Jerusalén. Cuatro años más tarde Marcos acompaña otra vez a Bernabé en un viaje misional. Vuelve a Chipre y a Antioquía.

Durante unos años no sabemos nada de lo que le pasó a San Marcos, pero se le vuelve a encontrar en Roma y ahora es el ayudante más preciado de San Pedro, tan bueno era que le llamaban el hijo de Pedro, por lo mucho que ayudaba en toda acción de predicación. También San Pablo habla muy bien de Marcos en sus cartas a Filemón y a los cristianos de Colosas, donde les recomienda que reciban a Marcos con agrado. Pablo también recomienda a Timoteo que traiga con él a Marcos porque «le es muy útil para su ministerio».

Pero lo más grande que tenemos de San Marcos es su Evangelio. Es un relato de la vida de Jesús, en el que lo presenta como un hombre bueno, que sólo hizo el bien, que nació para salvarnos y que lo consiguió con su muerte y resurrección. Por ser tan colaborador de San Pedro, no es extraño que Marcos pusiese en su Evangelio todo lo que Pedro recordaba del Señor.

No es seguro, pero parece que San Marcos fue el fundador de la comunidad cristiana de Alejandría, una de las más importantes de los primeros años de la Iglesia. Si así fue, no es extraño que muriese en aquella ciudad y fuese allí enterrado. En el siglo VIII sus reliquias fueron trasladadas a Venecia y allí siguen venerándose en la imponente y espléndida catedral-basílica de San Marcos.


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