25 de febrero: Santos Lusi Versiglia y Calixto Caravario.

Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario,
Obispo / Sacerdote.

Estos dos santos son los primeros mártires de la Congregación Salesiana, que había fundado San Juan Bosco. Los misioneros entregaron su vida por defender a unas jóvenes ante las amenazas de los enemigos.

Luis Versiglia nació en Oliva Gessi (Italia) el 3 de julio de 1873. El mismo San Juan Bosco lo recibió en el Oratorio de Turín a los doce años, allí aprendió a amar a Dios y a la Virgen con todas sus fuerzas, de tal manera que a los 16 años pidió entrar como salesiano. Le fue concedido y enviado a Roma a estudiar para ser sacerdote y lo fue en 1895.

Desde el principio quiso ser misionero, pero los superiores no lo dejaron hasta 1906 en que emprendió viaje a China. Tuvo muchos problemas, pero pudo fundar una casa misionera en Macao, allí fue el superior. En 1920 el Papa lo nombró Vicario Apostólico y ese cargo llevaba consigo el ser obispo. Fue consagrado en Cantón el 9 de enero de 1921. Como obispo hizo todo lo que pudo, en visitas, viajes por todo su territorio, búsqueda y formación de nuevos cristianos, construcción de iglesias, formación de sacerdotes. Él se refugiaba muchas veces solo en la iglesia para rezar a Jesús y a la Virgen, para que le diesen fuerza y para que nunca se desanimase en su trabajo como obispo misionero.

En el año 1929 ordenó sacerdote a un joven salesiano, se llamaba Calixto Caravario, era italiano como él, nacido cerca de Turín. Habían llegado a China en 1924. Sólo pudo ser misionero unos pocos meses, pero se hizo con la amistad y el cariño de aquellas gentes.

En 1930 dejó su parroquia unos días, pensaba él, para ir a acompañar al obispo Versiglia en un viaje con varias personas. El viaje iba bien, eran varias personas juntas hablaban y rezaban, pero el 25 de febrero, cerca del mediodía, fueron asaltados por un grupo de bandidos. Les quitaron todo lo que tenían y quisieron llevarse a tres jóvenes chinas que iban con ellos. El obispo y el joven sacerdote Calixto se pusieron delante para proteger a las muchachas. Los bandidos cruelmente los apalearon y los arrastraron hasta el río Lun Chow donde los asesinaron.

Pronto comenzó el proceso para decidir que habían muerto como mártires por defender la pureza de las tres jóvenes. Pablo VI firmó el decreto que les concedía el martirio y Juan Pablo II los proclamó santos el día 1 de octubre de 2000.


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