Febrero. Un camino mariano por recorrer.

Motivación.

El verdadero devoto de María Auxiliadora admira, habla y tiene siempre presente los singulares dones con que el Señor ha enriquecido a la Virgen Santísima, particularmente su Concepción Inmaculada, su Maternidad, su Virginidad y su Asunción a los Cielos.

También honra y tiene en gran estima a todos aquellos títulos con que se venera a María en la Iglesia Universal y en la Iglesia Diocesana contemplándola en todos ellos como AUXILIADORA querida por Dios y siempre presente eficazmente en el corazón de su pueblo.

Lectura Salesiana.

Itinerario de Don Bosco en la devoción a la Virgen.

Desde los primeros años de la vida de Don Bosco y, sobre todo, a partir del sueño de los nueve años, María se asoma a su conciencia de fe como un personaje importante, interesado directamente en un proyecto de misión para su vida. Siempre será característica suya esta actitud de relación personal con la Virgen: su devoción mariana le lleva a considerar a María como una persona viva y en ella contempla y admira todas sus grandezas, sus múltiples funciones e innumerables títulos de veneración.

La devoción a María como Inmaculada, caracterizó los primeros veinte años de su sacerdocio. En esos años Don Bosco vició con inteligente entusiasmo el clima eclesial que precedió y acompañó la proclamación dogmática de la CONCEPCIÓN INMACULADA DE MARÍA (8 de diciembre de 1854) y las apariciones de Lourdes (1858). Al clima concepcionista se unió la preocupación pedagógica de Don Bosco de proponer un ideal de santidad y pureza a sus jóvenes. La fecha del 8 de diciembre llegó a ser una fecha céntrica en su metodología pastoral y espiritual. Una fecha que coincide también con el inicio de una de las obras salesianas más significativas: los Oratorios Festivos.

Pero se puede decir que, desde el comienzo, es la Auxiliadora la que se revela a Don Bosco, pero una Auxiliadora que poco a poco va revelando el verdadero esplendor de su rostro: Aquella que es el Auxilio de Don Bosco, de sus jóvenes, de sus salesianos, descubrirá un día definitivamente el Santo que no es otra que la AUXILIADORA DE LOS CRISTIANOS y de todo el pueblo de Dios en camino.

Don Bosco ha llegado a ese descubrimiento basado en su propia experiencia y en la historia de la Iglesia que con tanta sabiduría conoce. Por eso ha podido afirmar: “Una experiencia de dieciocho siglos nos hace ver de modo luminoso que María ha continuado desde el cielo y con el más grande éxito la misión de Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos que había comenzado en la tierra”.

Dios nos habla. (Juan 19, 25-27)

Que hermosa y solemne la escena, por el momento y significado, cuando Jesús nos confía a su Madre y cuando a Ella nos entrega.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Meditemos la Palabra.

En los momentos últimos de la vida de una persona, lo que ésta dice y hace cobra un relieve particular porque en ello condensa el máximo interés e intensifica el amor. Es el intento de querer resumir en pocos minutos toda una vida. En esos momentos especiales, entre las pocas frases que el dolor le permite pronunciar, Jesús nos deja, con su vida, el regalo de su Madre, para cuidarla y para que nos dejáramos cuidar por Ella. Tener filial devoción a la Virgen Auxiliadora es la forma hermosa de agradecerle a Jesús el don espléndido que nos dio.

Para compartir.

Uno ama lo que de verdad conoce. Y conoce de veras cuando establece una sincera y profunda relación con la persona que ama. Don Bosco llegó a ser el gran Apóstol de María Auxiliadora porque durante muchos años se relacionó con la Virgen, fue conociendo su hermoso papel en la Iglesia, y experimentó su cariño y ternura de Madre y su orientación de Maestra. Nuestra mejor forma de sentirla nuestra y de acogerla es haciendo, como Don Bosco, un itinerario mariano en nuestra vida, como, sin duda, había hecho Juan antes de que Jesús le confiara a su Madre. ¿Qué camino he hecho yo, mi familia, mi grupo, para llegar a conocer y, por tanto, a amar sinceramente a la Virgen Auxiliadora?

Invoquemos el Auxilio de María.

Mamá Margarita consagra a Don Bosco a la Virgen, entregándolo totalmente a Ella. Jesús, en el sueño de los 9 años de Juanito, lo presenta a María y lo pone bajo sus cuidados de Madre y Maestra.

Sintámonos todos pertenecientes a Ella, considerémonos «todo suyo», porque Jesús nos la regala también a nosotros como Madre y Maestra.

Consagrémonos a María Auxiliadora como persona y como familia, acogiéndola en nuestra casa.

Consagración a María Auxiliadora.

Señor Jesús, que en los momentos de entrega total te preocupaste de confiarnos tu Madre para que te la cuidáramos, concédenos apreciar su presencia en nuestra casa y en nuestro corazón sintiendo la cercanía de su presencia.

Escucha, Señor, nuestra oración.

Señor Jesús, que antes de morir en la Cruz nos confiaste al amor y a la ternura de María Madre, concédenos valorar su protección y auxilio despertando el afecto de hijos para con Ella.

Escucha, Señor, nuestra oración.

Señor Jesús, que tuviste un recuerdo afectuoso de tu Madre y de nosotros en el momento de tu inmolación, despierta en nosotros la atención y la acogida de aquellos que, junto a nosotros, viven en soledad y desamparo.

Escucha, Señor, nuestra oración.

María, Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.


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