La medalla de María Auxiliadora.

En muchos sitios existe la costumbre de «imponer la medalla de María Auxiliadora» a los nuevos miembros de la Archicofradía o Asociación. Todavía son más los que llevan al cuello la medalla de la Virgen, bajo diversas advocaciones. Dos muy populares son la medalla o escapulario de la Virgen del Carmen y la medalla de la Milagrosa.

De la misma manera que uno lleva en la solapa la insignia del club deportivo, o de la empresa, o de una marca famosa, indicando cuáles son sus aficiones y grupos de pertenencia, la medalla de la Virgen (ya sea al cuello o en la solapa en forma de insignia) indica una pertenencia y una devoción.

Muchos ven en la medalla, con razón, una protección de la Madre de Dios para con sus devotos. La medalla no tiene nada que ver con un amuleto mágico, ni con una superstición. Llevar la medalla de la Virgen es, ante todo, una profesión de fe en Dios y un signo externo que nos recuerda del compromiso de conocer e imitar las virtudes de la Virgen en la práctica de la vida cristiana.


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