San Antonio María Claret

San Antonio María Claret,
Obispo

  • 24 de octubre

San Antonio María Claret nació el 23 de diciembre de 1807 en Sallent (Barcelona), en una familia sencilla y cristiana. Tuvo un maestro excelente y una madre llena de fe, que le transmitieron las virtudes cristianas. Desde niño fue obediente, estudioso y muy devoto de la Virgen María. Muy pronto ayudaba a su padre en el taller de tejidos. Para mejorar en el oficio se trasladó a Barcelona, donde destacó como tejedor. Sin embargo, la vida de la gran ciudad lo alejaba de Dios y allí, durante una misa, sintió con claridad la vocación al sacerdocio.

Camino Sacerdotal

Ingresó en el seminario de Vic y fue ordenado sacerdote el 13 de junio de 1835. Primero sirvió como párroco en su pueblo natal, Sallent. Luego viajó a Roma y probó la vida como jesuita, pero una enfermedad lo obligó a regresar. Posteriormente fue párroco en Viladrau, aunque renunció al cargo poco tiempo después.

Misionero Incansable

Claret se convirtió en predicador popular, recorriendo pueblos junto al dominico San Francisco Coll, con misiones que daban abundantes frutos espirituales. También predicó en las Islas Canarias, donde continuó extendiendo su labor evangelizadora. El 16 de julio de 1849, junto con cinco jóvenes sacerdotes de Vic, fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (claretianos), su obra más querida y destinada a prolongar su misión.

Arzobispo de La Habana

El 6 de octubre de 1850 fue consagrado arzobispo de La Habana, Cuba, donde se encontró una diócesis muy desorganizada tras 14 años sin obispo. Con gran celo pastoral, reorganizó la diócesis, visitó parroquias, fundó el seminario, predicó incansablemente y escribió libros de catequesis para el pueblo.

Confesor de la Reina

En 1858, la reina Isabel II lo llamó a Madrid para ser su confesor. Aunque no quiso involucrarse en política, fue víctima de muchas calumnias, que soportó con paciencia. Posteriormente acompañó a la reina en su destierro en París, antes de trasladarse a Roma, donde participó en el Concilio Vaticano I.

Últimos Días y Canonización

Ya enfermo, viajó a Francia y murió el 24 de octubre de 1870 en el monasterio de Fontfroide. Fue canonizado por el Papa Pío XII el 7 de mayo de 1950.


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