Santa Ángela de Merici,
Virgen
- 27 de enero
Santa Ángela de Merici nació en Desenzano, región de Venecia (Italia), hacia 1470, en una familia de campesinos. En una época marcada por el esplendor del Renacimiento, pero también por voces que clamaban una reforma de costumbres —como Savonarola en Florencia o, más tarde, Martín Lutero—, se alzó también la voz de una mujer iletrada que supo dar una respuesta positiva y evangélica.
Juventud marcada por la fe
Huérfana desde los quince años, Ángela emprendió largas peregrinaciones que la llevaron hasta Tierra Santa. Allí sufrió una misteriosa ceguera, pero esa oscuridad fue ocasión para recibir de Dios una visión: una larga escalera que unía la tierra con el cielo, llena de jóvenes que subían hacia Dios. Comprendió entonces que su vocación sería dedicarse a la formación espiritual y humana de las muchachas.

Una misión revolucionaria
En un tiempo en el que la educación estaba reservada casi exclusivamente a varones y a familias privilegiadas, Ángela decidió abrir caminos nuevos. Tomó el hábito de la Tercera Orden franciscana y reunió a un grupo de jóvenes a quienes instruía en la caridad y la vida cristiana. Con el fin de dar estabilidad a su obra, en Brescia fundó la Compañía de Santa Úrsula, una comunidad femenina dedicada a la formación de niñas pobres. Su propuesta fue innovadora y valiente, ya que ponía la educación de la mujer en el corazón mismo de la misión cristiana.
Últimos años y legado
Ángela de Merici murió en Brescia el 27 de enero de 1540. Fue canonizada en 1807 y, aunque su fiesta tuvo varias fechas, hoy la Iglesia la celebra en el aniversario de su muerte. Su vida fue un verdadero signo de esperanza y renovación, mostrando que incluso en tiempos de crisis y tensiones, la caridad y la educación son caminos seguros para transformar la sociedad desde el Evangelio.
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