San Juan Alcober,
Sacerdote y Mártir
- 30 de diciembre
Este santo dominico español fue parte del grupo de mártires canonizados por San Juan Pablo II en el año 2000. Su vida es un testimonio de valentía, servicio y fe inquebrantable.
Su llamado desde joven
Nació en Granada el 21 de diciembre de 1694. Desde muy pequeño sintió el deseo de consagrarse a Dios y, a los catorce años, ingresó al convento dominico de su ciudad. Allí estudió y fue ordenado sacerdote en 1718. Sirvió primero en Lorca, Murcia, donde destacó por su amabilidad, paciencia y espíritu alegre. Predicaba con entusiasmo y animaba a todos a vivir su fe con más amor y entrega.

El sueño misionero se hace realidad
Deseoso de llevar el Evangelio más lejos, se ofreció como voluntario para ir a China. En 1725 partió hacia Manila, donde pasó dos años aprendiendo el idioma y preparándose para una misión difícil, pues sabía que la fe era perseguida allí. Llegó a Cantón y luego se trasladó a Fogán, donde encontró a los cristianos dispersos y temerosos. Aun así, trabajó con enorme dedicación: se escondía, viajaba de noche, se disfrazaba y hacía todo lo posible por acompañar a los fieles y celebrar los sacramentos.
Perseguido por su fe
En 1746 fue descubierto y arrestado. Pasó cuatro meses en prisión, junto a otros misioneros dominicos, soportando interrogatorios constantes. Finalmente, fue condenado a muerte junto con ellos. La noche del 28 de octubre de 1748, mientras rezaba, fue martirizado. Su cuerpo fue quemado al día siguiente, pero su fe quedó como una luz que nadie pudo apagar: entregó su vida a Cristo con serenidad y confianza.
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