Nuestra Señora de la Esperanza

Nuestra Señora de la Esperanza,
Advocación mariana

  • 18 de diciembre

Esta celebración dedicada a la Virgen María también se conoce como la «Expectación del Parto de María». Faltaban solo ocho días para el nacimiento de Jesús en Belén, así que María vivía esos días llena de una alegría expectante y una esperanza luminosa. La palabra expectación significa precisamente eso: esperar con ilusión algo maravilloso.

La espera más especial

La Virgen llevaba casi nueve meses esperando, como cualquier mamá, el momento de ver a su Hijo, conocerlo y amarlo aún más de lo que ya lo hacía. Era una espera única, porque ese Niño era nada menos que el Hijo de Dios.

Acompañar a María con el corazón

Hoy nosotros también estamos invitados a acompañar a María en su esperanza. Esperamos con ella la llegada de Jesús, que nace para salvarnos y hacernos hijos de Dios. ¡Qué gran bendición! María nos trae al Señor, nuestro mejor amigo y nuestro Salvador.

¿Por qué se llama Virgen de la O?

A esta fiesta también se le dice «Virgen de la O». El nombre viene de una tradición antigua: a partir de esta tarde, en las Vísperas, sacerdotes, frailes y monjas cantan alabanzas que comienzan con una gran exclamación: «Oh». Es como una sorpresa alegre al darse cuenta de que ya casi llega la grandeza de Dios en Belén.

Una tradición que viene de lejos

Esta fiesta es muy antigua. Nació en España en el siglo VII gracias al obispo de Toledo, Eugenio, y a su sucesor San Ildefonso. Ellos animaron a que se celebrara para preparar el corazón de los cristianos para la Navidad y para acompañar espiritualmente a María en su espera. El pueblo la acogió con entusiasmo y deseó conservarla para siempre.

Un pensamiento poético de María

Un poeta imaginó cómo pensaría María en esos días previos al nacimiento de Jesús, y puso en sus labios estas palabras tan profundas: «Al pensarlo sentía unos enormes deseos de llorar; Dios, un Dios nuevo habitaba en la tierra, iba a hacerse carne de nuestra carne y yo tenía la infinita fortuna de prestarle la mía. Y así llegó la hora de Belén».


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