San Juan de la Cruz,
Sacerdote y Doctor de la Iglesia
- 14 de diciembre
San Juan nació en 1543 en Fontiveros, Ávila, en una familia sencilla dedicada al trabajo en un pequeño telar. Era el tercer hijo de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. Su infancia cambió radicalmente cuando su padre falleció y la familia quedó en la pobreza, obligándolos a trasladarse de un lugar a otro para sobrevivir. Finalmente llegaron a Medina del Campo, donde Juan trabajó en un hospital y, gracias al contacto con los jesuitas, estudió cuatro años en su colegio.
Llamado de Dios y encuentro decisivo
Movido por una fuerte vocación, ingresó a la Orden del Carmen en 1563. Tras estudiar en la Universidad de Salamanca, fue ordenado sacerdote en 1567. Ese mismo año conoció a Santa Teresa de Jesús, quien estaba impulsando la reforma de las Carmelitas y soñaba con renovar también la rama masculina de la orden.
Nacimiento de una gran reforma
Santa Teresa convenció a Fray Juan para unirse a la misión de recuperar el fervor y la vida austera de los primeros Carmelitas. Así surgió la Reforma del Carmelo. En 1568 fundaron el primer convento de Carmelitas Descalzos en Duruelo, donde Juan adoptó el nombre de Fray Juan de la Cruz. Pronto llegaron más vocaciones, y los conventos crecieron, aunque también enfrentaron oposición y momentos difíciles.

Una vida de santidad y servicio
A pesar de los conflictos, Fray Juan siempre se mostró paciente, humilde y dedicado a servir. Pasó varios años en Andalucía, predicando, enseñando y acompañando espiritualmente a muchas personas. Su vida reflejaba un amor profundo por Dios y una serenidad que impresionaba a quienes lo conocían.
Poeta del alma y maestro espiritual
San Juan de la Cruz fue un místico y poeta extraordinario. Sus escritos —como el Cántico espiritual y la Noche oscura— son joyas de la literatura y de la espiritualidad cristiana. En ellos describe con belleza y profundidad la experiencia del alma que busca unirse a Dios.
Últimos días y legado eterno
Enfermo y debilitado, llegó al convento de Úbeda, donde falleció el 14 de diciembre de 1591, a los 49 años, “para ir a cantar al cielo”, como él mismo decía. Fue canonizado en 1726, declarado Doctor de la Iglesia en 1926 y reconocido por San Juan Pablo II como patrono de los poetas.
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