La Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción de la Virgen María,
Dogma Mariano

• 08 de diciembre

Hoy celebramos una de las fiestas más importantes de la Virgen: su Inmaculada Concepción. Esto significa que María nunca estuvo bajo el poder del mal; ni siquiera tuvo pecado original desde el primer instante de su existencia. Dios la preparó así porque sería la Madre de Jesús. Ella es nuestro modelo: como hijos de Dios, estamos llamados a vivir lejos del mal, con un corazón limpio y lleno de amor, como el de María.

Origen de la celebración

Esta fiesta comenzó a celebrarse en España, ¡y fue la primera nación del mundo en hacerlo! Empezó en el siglo VII gracias a San Ildefonso de Toledo. Con el tiempo, la devoción se extendió a otros lugares. Incluso la Universidad de Valencia pidió a sus miembros jurar que defenderían siempre esta verdad sobre la Virgen.

Un dogma para toda la Iglesia

Todo el pueblo cristiano creía firmemente que María había sido siempre inmaculada. Esa fe tan viva movió al Papa Pío IX, quien en 1854 —tras mucha oración, estudio y consulta con los obispos— declaró este misterio como dogma de fe. Desde entonces, todos los cristianos debemos creerlo con alegría y convicción.

Una Madre que nos ama

María entiende perfectamente el amor de Dios, porque vio de cerca toda la entrega de Jesús. Sabe cuánto sufrimiento costó nuestra salvación. Por eso nos quiere tanto y camina siempre con nosotros, como una Madre cercana, tierna y fiel que nunca se cansa de acompañarnos.

Una devoción de corazón

A lo largo de la historia, los cristianos han honrado a la Virgen con coronas, flores, velas y joyas. Es un cariño hermoso, pero lo más importante es acercarnos a ella con sencillez y amor. Rezar el Ave María es una manera muy especial de hacerlo, pues es la oración que recuerda el momento en que el ángel anunció que sería la Madre de Dios.

Invitación final

Habla con María, llámala «Madre», confíale tus alegrías y preocupaciones. Ella siempre te ayudará y te enseñará a seguir el camino que Jesús nos mostró, para vivir con esperanza y alcanzar la felicidad verdadera.