San Sabas

San Sabas,
Abad

  • 05 de diciembre

El bueno de Sabas quería vivir una vida solitaria, dedicando todo su tiempo a rezar y pensar en Dios. Pero aunque él deseaba estar escondido y en silencio, la vida le tenía preparado un camino muy distinto… y lleno de sorpresas.

Primeros pasos y llamado interior

Nació en Mutalasca (Turquía) en el año 439, en una familia cristiana. Desde pequeño fue educado en la fe y acostumbrado a la oración. Muy joven sintió con fuerza la llamada de Dios y, obedeciéndola, pidió entrar en el monasterio de su ciudad cuando tenía alrededor de quince años. Aunque le gustaba la vida monástica, sentía un deseo más profundo por la oración y la penitencia, así que decidió dejar aquel lugar.

Búsqueda de silencio y soledad

Sabas escuchó sobre un monasterio recién fundado en Jerusalén, famoso por su vida de oración intensa. Viajó hasta allá en el año 457, pero al llegar encontró demasiado movimiento: peregrinos entrando y saliendo, muchos monjes, ruido constante… y eso no era lo suyo. Como la vida no era tan silenciosa como esperaba, se marchó.

Vida en la laura

Pidió entonces entrar en una laura, un lugar formado por pequeñas ermitas, donde cada monje vivía en soledad. Allí encontró lo que buscaba: silencio, oración y presencia constante de Dios. Vivió así durante diez años. Después viajó a Alejandría para visitar a sus padres ancianos y, al regresar, pasó cinco años retirado en una torre, también en soledad.

Sin quererlo, se convirtió en guía

En 478 volvió a Jerusalén y se retiró a una cueva. Pero su fama de santidad atrajo a muchos jóvenes que querían imitar su estilo de vida. Poco a poco fueron formando comunidad alrededor de él y, aunque Sabas prefería la soledad, lo eligieron como abad. Para ejercer plenamente ese servicio fue ordenado sacerdote y nombrado superior de los monasterios formados según su ejemplo.

Últimos años y legado

Permaneció en la laura de Jerusalén hasta su muerte, en el año 532. Su funeral fue un gran acontecimiento: asistieron todos los obispos de Palestina y fue enterrado a la entrada de su laura. Su fama llegó hasta Roma, donde más tarde se construyó una iglesia en su honor.


Descubre más desde Parroquia El Espíritu Santo

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.