San Juan Damasceno

San Juan Damasceno,
Doctor de la Iglesia

  • 04 de diciembre

Se llamaba Juan Damasceno porque era originario de Damasco, capital de Siria, aunque su apellido era Mansur. No se conoce con exactitud el año de su nacimiento; se supone que fue hacia el año 675. Su padre ocupaba un alto cargo en la administración y, siendo hombre pudiente, pudo educar a su hijo en las mejores escuelas de la capital. Juan creció con una formación muy sólida: conocía griego, latín, siriaco y, casi seguro, árabe.

Un giro radical en su vida

Cuando parecía que también sería funcionario público en la provincia de Siria, abandonó todo para hacerse monje. Entró en el monasterio de San Sabas, muy famoso en aquella época, y llevó una vida retirada y entregada. Al ser ordenado sacerdote, se dedicó a escribir las obras que lo harían célebre.

Defensor de la fe frente a las herejías

Juan escribió sobre la doctrina cristiana para defenderla de las herejías que circulaban en Oriente: unos negaban la humanidad de Jesús, otros su divinidad, y cosas por el estilo. En sus escritos exponía la verdad con claridad y refutaba los errores que se apartaban de ella.

El valor de las imágenes

Otro tema en el que puso mucho empeño fue en defender el uso de imágenes sagradas. Para San Juan, las imágenes y los cuadros con figuras de la Virgen, los santos o el Señor eran útiles para enseñar, sobre todo a quienes no sabían leer. A través de ellas, dijo, la gente podía aprender quién es Jesús, qué hizo la Virgen y cómo vivieron los santos, además de conocer las escenas del Evangelio.

Sobre la religión mahometana

En su tiempo la religión mahometana empezaba a extenderse con fuerza. Juan la conocía bien porque su familia había trabajado en la administración del gobernador musulmán de la provincia. Escribió también sobre el islam para explicar su diferencia con el cristianismo y para hacer ver a los cristianos que no podía confundirse con la fe cristiana.

Poeta, predicador y maestro

Destacó además como poeta: compuso himnos que los monjes cantaban en la iglesia para alabar a Dios. Fue predicador famoso y hablaba con frecuencia a los monjes; también fue invitado a predicar en distintos lugares, incluso en Jerusalén.

Últimos años y reconocimiento

Siendo ya anciano, murió hacia el año 750 en su monasterio de San Sabas. En 1890 el Papa León XIII lo proclamó Doctor de la Iglesia, reconociendo su aportación doctrinal y su legado espiritual.


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