San José Pignatelli

San José Pignatelli,
Sacerdote

  • 14 de noviembre

José Pignatelli nació en Zaragoza el 27 de diciembre de 1737, en el seno de una familia noble. Fue el penúltimo de siete hermanos y recibió educación en casa con maestros particulares. Cuando tenía apenas cuatro años, perdió a su madre. Su padre lo llevó a Italia junto con su hermano Nicolás, pero pronto volvieron a Zaragoza para estudiar en el colegio de los jesuitas. Allí descubrió una fuerte llamada de Dios: quería ser jesuita. Su hermano Nicolás sintió lo mismo, y seguramente influyó el ejemplo de dos santos jesuitas de su familia: San Francisco de Borja y San Luis Gonzaga.

Entrada a la Compañía de Jesús

Con solo 15 años, el 18 de mayo de 1753, José ingresó en la Compañía de Jesús. Realizó sus estudios en Manresa, Calatayud y Zaragoza, y fue ordenado sacerdote en 1762. Ese mismo día comenzó a sufrir una enfermedad que le acompañaría toda la vida.

Un Apostolado Incansable

De regreso a Zaragoza, se entregó con entusiasmo al servicio de los demás: daba clases a los niños, predicaba en las plazas, dirigía el coro colegial, confesaba, enseñaba catecismo, y visitaba enfermos y prisioneros. Hacía de todo… ¡y todo lo hacía bien!

La Gran Prueba: La Expulsión

En 1767, los jesuitas fueron expulsados de España por orden del rey. José tuvo que marcharse rápidamente con otros 500 jesuitas rumbo a Italia en un viaje duro y agotador por mar. A pesar de las dificultades, animaba a todos con serenidad y paciencia. Se estableció en Bolonia durante seis años, dedicándose al estudio: lenguas antiguas, historia, literatura y ciencias, ya que no podía ejercer como sacerdote.

Nuevas Misiones y Nuevas Expulsiones

Posteriormente se trasladó a Parma, donde pudo volver a trabajar como sacerdote: confesar, predicar y enseñar catecismo. Sin embargo, en 1806 los jesuitas también fueron expulsados de allí, y José tuvo que partir nuevamente. Desde Colorno recibió una noticia sorprendente: el rey de Nápoles quería el regreso de los jesuitas. José fue nombrado superior provincial y se dedicó a restaurar las casas jesuitas que habían sido cerradas hacía 30 años. ¡Una misión gigantesca!

Últimos Años y Santidad

Más tarde se trasladó a Roma, donde nuevamente tuvo que vivir escondido durante un tiempo. Allí murió santamente el 15 de noviembre de 1812. Su cuerpo se venera en la iglesia del Gesù, en Roma. El Papa Pío XII lo canonizó el 12 de junio de 1954.


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