San Martín de Porres,
religioso
- 03 de noviembre
En 1579, en la ciudad de Lima, Perú, nació un niño mulato llamado Martín. Era hijo de Ana Velázquez, una mujer negra, cristiana y bondadosa, y de Juan de Porres, un caballero español. Tuvo una hermana menor llamada Juana, quien más adelante sería un gran apoyo para él.
Primeros aprendizajes y formación
A los 7 años, su padre lo llevó a Guayaquil, Ecuador, donde vivió dos años y aprendió lo que su madre no pudo enseñarle. Al regresar a Lima, fue aprendiz del médico y barbero Marcelo de Rivero. Con él aprendió técnicas para curar, desinfectar, aliviar dolores y utilizar plantas medicinales. Sobre todo, aprendió algo fundamental: tratar a los enfermos con amor y respeto.
Vocación al servicio de Dios
Martín sintió el llamado a la vida religiosa y pidió entrar al convento dominico de la Virgen del Rosario, cuya iglesia era Santo Domingo. Fue aceptado y empezó realizando los servicios más humildes: barrer, limpiar, cargar y organizar. Tras cuatro años viviendo con humildad y alegría, hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia.

Enfermero del convento y servidor incansable
Luego le asignaron el servicio de enfermero del convento. Con más de doscientos frailes, siempre había alguien necesitando ayuda, y Martín estaba ahí para todos. Curaba heridas, daba medicinas, acompañaba a los enfermos, rezaba con ellos y cuidaba cada detalle con cariño. Pasaba muchas noches en oración en la iglesia y practicaba penitencias, siguiendo el ejemplo de Santo Domingo.
Amigo de los pobres y de los necesitados
Martín también fue portero del convento. Al enterarse los pobres, llegaban cada día a buscar ayuda, y él siempre los atendía con generosidad. Lo que recibía en limosnas, lo compartía sin dudar. Incluso convirtió parte del convento y la casa de su hermana en una pequeña enfermería para atender a los más necesitados.
Últimos días y reconocimiento de santidad
Cuando la salud ya no le permitió continuar su misión, enfermó gravemente. Falleció el 3 de noviembre de 1639, dejando tristeza entre frailes, pobres y toda la gente que lo admiraba.
Su vida de amor, humildad y servicio fue reconocida por la Iglesia, y fue canonizado por el Papa San Juan XXIII el 6 de mayo de 1962.
Descubre más desde Parroquia El Espíritu Santo
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
