Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios y Auxilio poderoso de los cristianos; no deseches las oraciones que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, antes bien, líbralos de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita.
Acompáñalo en su soledad, fortalécelos en su debilidad, sostenlos en los momentos de desesperación. Ayúdalos en su dolor, aliéntalos en su tristeza, confórtalos en sus penas. Acrecienta su fe, enciende su esperanza, aviva su caridad.

Llénalos e paciencia, concédeles optimismo, dales constante alegría y buen humor, Madre del Señor Jesús, fuente de eterna salud y causa de nuestra alegría. Y que podamos seguir diciendo que jamás se ha oído decir que ni uno sólo de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu auxilio han sido desamparados en sus necesidades. Amén.
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