Don Bosco fue un gran devoto de María Auxiliadora, prueba de ello es la impresionante pintura que mandó a hacer para mostrar a todos la belleza de nuestra Santísima Madre.
En dicha pintura quiso dejar plasmado la íntima relación que tiene María Auxiliadora con la Santísima Trinidad. La oración del Santo Rosario: «María, Hija de Dios Padre, María Madre de Dios Hijo, María Esposa de Dios Espíritu Santo», evoca esa relación en la que María, ha sido la hija predilecta de Dios Padre, en quien Él ha puesto su mirada para que sea la Madre de su Hijo Amado: nuestro Salvador; y ella es la Esposa de Dios Espíritu Santo, por quien ha podido concebir a Jesús.

En la pintura, Don Bosco nos muestra como Dios Padre se sitúa sobre María Auxiliadora, cuidando de ella, como un padre cuida de su hija. De Él emanan rayos de luz que bañan a María, ungiéndola como hija del Altísimo, como la elegida para ser la Madre del Salvador de la humanidad.
Jesús, con un notable parecido físico a su Madre, se encuentra cargado por ella con su brazo izquierdo y lo sujeta firmemente con la mano, cuidando de Él, como lo hizo durante toda su vida, siendo ella la primera maestra del Maestro; la primera seguidora de nuestro Señor.
Sobre la Virgen se posa el Espíritu Santo, en símbolo de que ella es la elegida para ser el primer Sagrario; la que fue concebida sin mancha original; la Auxiliadora de todos los cristianos.
María es Auxilio de todos aquellos que acudan a ella, quien es intercesora nuestra ante el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
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