Santos Luciano y Marciano

Santos Luciano y Marciano,
Mártires

  • 26 de octubre

Estos santos pertenecen nada menos que al siglo III. A veces se les confunde con otros mártires del mismo nombre en Nicomedia (Turquía), pero estos dos —Luciano y Marciano— nacieron, vivieron y murieron en la región de Vic (Barcelona). Allí se les tiene una devoción muy especial y son considerados Patronos de la ciudad y de la diócesis.

Un Comienzo Muy Diferente

Luciano y Marciano eran hermanos y provenían de una familia pagana, es decir, no creían en Dios, en Jesús ni en la Virgen María. Eran jóvenes muy inteligentes y se dedicaron al estudio de artes mágicas. Realizaban rituales para obtener favores de los dioses romanos, y muchas personas acudían a ellos para curarse mediante conjuros. Podríamos decir que eran vistos como “magos” de la época.

El Encuentro con la Verdadera Fe

Un día, llevaron ante ellos a una joven cristiana con la intención de que, por medio de su magia, le quitaran la fe en Dios. Luciano y Marciano intentaron de todo: rituales, fórmulas extrañas, humo sagrado y hasta brebajes. Pero nada funcionó. La joven permaneció firme, proclamando que el único Dios verdadero era el que Jesús había revelado.

Una Decisión que Cambió sus Vidas

Este testimonio tocó profundamente a los hermanos. Todo lo que habían creído y practicado les pareció vacío. Comprendieron que los conjuros y los favores de los dioses paganos no tenían poder real. Inspirados por la valentía y convicción de la joven, ellos también abrazaron la fe cristiana, anunciando públicamente que ya no creían en los dioses romanos y que ahora pertenecían a Cristo.

Fidelidad hasta el Final

La noticia llegó pronto al gobernador. En aquel tiempo, el emperador Decio había ordenado perseguir a los cristianos, así que Luciano y Marciano fueron encarcelados. Intentaron hacer que renunciaran a su nueva fe, ofreciéndoles libertad o sometiéndolos a torturas, pero ellos se mantuvieron firmes. Finalmente, fueron condenados a muerte por su fidelidad a Jesús, ofreciendo su vida por Él, que nos quiere a todos junto a Él en el cielo. Los cristianos conservaron sus reliquias y su historia se extendió por toda la región. Su recuerdo ha llegado hasta nuestros días como ejemplo de valentía, conversión sincera y amor inquebrantable a Dios.


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