Don Bosco: apóstol del Sagrado Corazón de Jesús.

Es muy conocido la profunda devoción que Don Bosco tenía hacia Jesús Sacramentado y, es a raíz de esta, que nace en su interior, una entrega y una intensa devoción hacia el Sagrado Corazón de Jesús. Mira algunos momentos que lo demuestran.

Recién ordenado, Don Bosco participó de las lecciones que Don José Cafasso impartía en la Residencia Eclesiástica, para que pudiera completar su formación sacerdotal. En las lecciones, Don Bosco se encuentra la doctrina y el estilo de San Francisco de Sales y de San Alfonso de María Ligorio, además de la influencia de los jesuitas, lo que consolidó el amor y la devoción que sentía hacia el Sagrado Corazón de Jesús.

Inspirado por las lecciones recibidas, Don Bosco está convencido que, al mostrar a un Dios cercano, amigo, misericordioso, será posible que llegue con más profundidad y gozo a los corazones de los jóvenes y todas las personas.

Años más tarde, la noche del 3 de junio de 1875, durante las «Buenas Noches», Don Bosco dice a sus muchachos del Oratorio: «Mañana, mis queridos hijos, celebra la Iglesia la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Es preciso que también nosotros procuremos honrarlo con gran diligencia… Algunos de ustedes querrán saber el significado de esta fiesta y por qué se honra de una manera especial al Sagrado Corazón de Jesús. Les diré que esta fiesta pretende celebrar con un recuerdo especial el amor que Jesús manifestó a los hombres.

Fue extraordinariamente grande el amor que Jesús nos tuvo en su encarnación y en su nacimiento, durante su vida y predicación, y particularmente en su pasión y muerte. Y como la sede del amor es el corazón, por eso se venera el Sagrado Corazón, como el término que sirvió de horno de este inconmensurable amor.

Este culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, esto es, al amor que Jesús nos demostró, existió en todos los tiempos y siempre; pero no siempre hubo una fiesta establecida a propósito, para venerarlo. En la plática del domingo por la tarde escucharán cómo Jesús se apareció a la beata Margarita de Alacoque y le manifestó los muchos bienes que recibirían los hombres, honrando con un culto especial a su amabilísimo Corazón, y cómo se estableció la fiesta. Animémonos ya y haga cada cual todo lo posible para corresponder al gran amor que Jesús nos ha tenido».

Esta explicación sencilla revela no solo el conocimiento de Don Bosco sobre los escritos acerca del Corazón de Jesús, sino su opción siempre por el amor, por ese amor que nace de su relación profunda con Dios y que lo lleva a irse configurando con la mentalidad y sentimientos de Jesucristo.

También se revela su profundo sentido eclesial. En ese mismo mes habría fechas importantes: el aniversario de la revelación hecha por el Sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita de Alacoque, el aniversario del Pontificado de Pío IX y, además, el Oratorio se unió a la Iglesia universal con el acto de consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Primero explicó don Miguel Rúa desde el púlpito el significado y el valor de aquel homenaje; después leyó la fórmula, que los jóvenes fueron repitiendo en alta voz. La bendición fue precedida por un solemne Te Deum en acción de gracias a Dios por haber deparado a la Iglesia un Pontífice de tanta valía.

A raíz de este acontecimiento, Don Bosco le sugirió a don Juan Bonetti que escribiera un opúsculo sobre el Sagrado Corazón de Jesús. Bonetti accedió y escribió, para las Lecturas Católicas del mes de junio, el opúsculo El Corazón de Jesús en el segundo centenario de su revelación, que fue el cuarto volumen del año. Allí expone los motivos por los que se debe amar y honrar al Sagrado Corazón de Jesús; y después recuerda el origen, las vicisitudes, la propagación y finalidad de esta devoción.

Podemos constatar, entonces, que la devoción al Corazón de Jesús en Don Bosco era vital y la propagaba según las líneas eclesiales de su época.


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