Los dos pinos.

Año 1861.

Soñé que estaba en un campo de Castelnuovo con algunos jóvenes, cuando vimos venir por el aire un enorme pino, tan ancho como dos cuadras de casas, y de una altura extraordinaria. El pino se acercaba a nosotros en posición horizontal y después se enderezó quedando vertical. Parecía que nos iba a caer encima y nosotros nos hicimos la señal de la cruz y pensábamos huir, cuando de pronto llegó un viento fuerte como el de un huracán y transformó al árbol en una tempestad de relámpagos, truenos, rayos y granizo.

Después vino otro pino menos grueso que el anterior avanzando en la misma dirección, y se colocó encima de nosotros y en posición horizontal comenzó a descender. Nosotros huimos temiendo ser aplastados y nos hacíamos muchas veces la señal de la cruz. El pino descendió casi a ras de la tierra y permaneció suspendido en el aire. Solo sus ramas tocaban el suelo. Llegó luego un suave vientecillo y lo transformó en lluvia que benefició a la tierra.

Yo creo que el árbol inmenso que se convierte en tempestad y en granizada significa las persecuciones y ataques de enemigos que llegan siempre a la Iglesia Católica, y a los que se esmeran por ser fieles a la verdadera religión.

Y el segundo árbol que se convierte en lluvia que beneficia la tierra creo que es la Santa Iglesia o alguna de sus comunidades, que seguirá produciendo tanto fruto espiritual en las almas, como los que la lluvia produce en la tierra.

Nota.

Del árbol grande y terrible puede ser que tanga que decirse lo que el profeta Daniel le dijo al rey Nabucodonosor, que había destruido el templo de Jerusalén y llevado desterrados a los israelitas: “Tu reino es un árbol inmenso, pero he oído una voz del cielo que dice: Corten el árbol, vuélvanlo pedazos, corten sus ramas y que no produzca ya más frutos”. (Daniel 4, 11)

En el otro árbol más pequeño puede estar presentada alguna parte de la Santa Iglesia (por ejemplo: la Congregación salesiana) que va llenando de frutos espirituales los sitios a donde llega, así como la lluvia llena de buenas cosechas la tierra a donde cae.


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