Nueve beneficios de confesarnos.

1. Aumenta el autoconocimiento.

Muchos santos dejan claro en sus escritos y enseñanzas que el autoconocimiento es necesario para crecer en santidad. Esto significa conocer y admitir tus virtudes para poder avanzar en ellas, y conocer y admitir tus vicios para poder arrancarlos de tu vida.

2. Incrementa la humildad cristiana.

No solo la práctica frecuente de la Confesión nos ayuda a crecer en la importante virtud de la humildad, sino que el mismo acto de hacer un buen examen de conciencia (necesario antes de entrar al confesionario) hiere nuestra soberbia y nos ayuda a crecer en el autoconocimiento.

3. Se corrigen los malos hábitos.

Poco a poco, a través de la confesión frecuente y la honestidad con el confesor, quien ofrecerá consejos en consecuencia, se pueden superar los malos hábitos. La recepción frecuente y digna del Sacramento de la Confesión significa recibir gracias de ese sacramento para superar nuestros defectos.

4. Evita la negligencia espiritual.

Supongamos que estás luchando por establecer la práctica de rezar el Rosario diario, buscas incorporar la coronilla de la Divina Misericordia a tu rutina, o incluso, solo hacer una ofrenda matutina al levantarte. Tus fallas al practicar estas devociones serían ejemplos de «negligencias espirituales» que afectan tu vida espiritual.

La Confesión regular puede ayudarte a «volver al camino correcto«, especialmente si tu confesor te asigna estas prácticas como penitencia y comienzas a llevarlas a cabo con más fidelidad.

5. Va en contra de la tibieza espiritual.

Supongamos que realmente llevas a cabo prácticas espirituales, pero no de manera frecuente. En otras palabras, las realizas con tibieza. Las gracias de la Confesión frecuente pueden ayudar a encender un fervor espiritual renovado que ayudará a que tu vida espiritual diaria crezca más fuerte y comprometida.

6. Purifica la conciencia.

La confesión de los pecados lleva consigo una purificación y, lo que es más importante, una paz de conciencia. Esto está vinculado al aspecto curativo de la Confesión. De hecho, la Confesión es uno de los dos sacramentos «sanadores», junto con el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Ambos sacramentos ayudan a la realidad cuerpo-alma de la persona humana.

7. Fortalece la voluntad.

Mientras que nuestro intelecto es lo que nos ayuda «a conocer«, nuestra voluntad es lo que nos ayuda «a elegir«. A través de la práctica frecuente de la Confesión, nuestras voluntades se fortalecen para ayudarnos a elegir con el bien sobre el mal, la virtud sobre el vicio, y lo beneficioso sobre lo perjudicial.

8. Logra un saludable autocontrol.

La Confesión frecuente nos hace querer «hacerlo mejor» en todos los aspectos de la vida diaria. Es la gracia del sacramento lo que nos impulsa a controlar mejor nuestras vidas practicando un amor ordenado hacia personas, lugares y cosas.

9. Aumenta la gracia.

Cada sacramento, cuando se recibe dignamente, aumenta la gracia santificante en el alma. Para la Eucaristía y la Confesión, los únicos dos sacramentos que se pueden recibir a menudo, esto es especialmente cierto.

De hecho, el Sacramento de la Confesión incluso puede ayudar a perfeccionar la gracia de nuestro Bautismo. Esto se debe a que el Bautismo, al eliminar el Pecado Original que heredamos de nuestros primeros padres, también elimina cualquier pecado personal (también llamado «pecado actual») que podamos tener (es decir, cualquier pecado venial o mortal).


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