Hermano Pedro. El Sepultado de Santa Catalina.

Cuentan que una noche el Hermano Pedro se encontraba orando de rodillas a los pies del Crucificado de la iglesia El Calvario, en los límites de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Ya era bastante tarde, más allá de la medianoche. Cuando más concentrado se hallaba en su oración escuchó la voz del crucificado que le decía: «Pedro, Pedro… hijo mío, quiero ser sepultado en el coro bajo de las Catarinas».

El Hermano, sin titubear, se puso de espaldas y recibió a la imagen sobre sus hombros. Entonces, salió muy despacio en la oscuridad de la noche.

El peso del Crucificado era tanto que doblegaba la espalda del Santo. Además, por ser la imagen de mayor estatura que él, se vio en la necesidad de arrastrarle los pies por el empedrado de aquellas solitarias y oscuras calles de la ciudad. Después de un largo y penoso recorrido, llegó al Convento e iglesia de las Catarinas.

Las monjas, al ver llegar al Hermano Pedro con el Cristo a cuestas, colocaron cirios encendidos a lo largo del templo y prepararon el lugar para colocar al Señor, donde él lo depositó con sumo respeto mientras las religiosas rezaban.

Como testimonio de este hecho quedaron las raspaduras en uno de los talones del ahora Señor Sepultado. Dicha imagen se venera actualmente en el Templo de Santa Catalina de la zona 1 de la ciudad de Guatemala.

Texto: Libro «Santo Hermano Pedro de San José de Betancur». Autor: Fray Edwin Alvarado Segura, OFM.
Fotografía: Iglesia de San Francisco el Grande. Antigua Guatemala.


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