La Divina Misericordia,
Festividad
- Domingo siguiente a la Resurrección
La fiesta de la Divina Misericordia fue instituida en el año 2000, durante la canonización de Santa Faustina Kowalska. En aquella ocasión, San Juan Pablo II declaró: «Así pues, es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se designará con el nombre de Domingo de la Divina Misericordia».
El Mensaje a Santa Faustina
Entre 1931 y 1938, Jesús se apareció a Santa Faustina, confiándole mensajes sobre su infinita misericordia y pidiéndole que difundiera esta devoción en el mundo. Todo quedó registrado en su famoso Diario, compuesto por seis cuadernos en los que relató sus experiencias místicas y las revelaciones que recibió.
En septiembre de 1935, en Vilna, Santa Faustina tuvo una visión de un ángel encargado de ejecutar la justicia divina. Ella oró intensamente, y el ángel quedó impotente para actuar ante el poder de la intercesión.
De su experiencia surgieron estas palabras, que forman parte esencial de la Coronilla de la Divina Misericordia: «Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros».

La Coronilla Revelada
Al día siguiente, Jesús le pidió que esta oración se rezara con un rosario común. La estructura era sencilla:
- Un Padre Nuestro, un Ave María y el Credo.
- En las cuentas del Padre Nuestro: «Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero».
- En las cuentas del Ave María: «Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero».
- Para concluir, tres veces: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero».
La Novena de la Misericordia (1937)
En 1937, en Cracovia, Jesús pidió a Santa Faustina que escribiera una Novena a la Divina Misericordia como preparación para la fiesta. Esta debía comenzar el Viernes Santo y durar nueve días.
En cada jornada, Faustina debía llevar a un grupo distinto de almas al Corazón de Jesús para que recibieran fortaleza, consuelo y gracia. Ella misma confesaba no saber cómo hacerlo, pero Jesús le aseguró que Él mismo le indicaría cada día a qué almas debía presentar ante su Misericordia.
Bibliografía
Requena, Miguel Ángel (2009). Los santos, un amigo para cada día. Editorial EDIBESA.
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