Miércoles, 13 de marzo de 2024

📖 Evangelio.

Lectura del santo Evangelio según san Juan (5, 17-30)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo”. Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.

Entonces Jesús les habló en estos términos: “Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre. Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida. Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues, así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

🕯 Reflexión –El Hijo da vida a quien Él quiere.

El tiempo cuaresmal continúa abriendo perspectivas impensables, enmarcadas en un lenguaje de juramento, de vida, de resurrección, y allí está precisamente lo que parece ser una gran paradoja: la vida y la resurrección se obtienen gracias a una muerte, a un amor hasta el extremo, a un Padre que entrega a su Hijo para dar vida eterna, de esta forma la existencia del creyente adquiere significación y límites de perfección objetiva. Quizá un texto de las Confesiones de san Agustín lo ilustra mejor: “Me maravillaba que vivieran los demás mortales por haber muerto aquel a quien yo había amado, como si nunca hubiera de morir; y más me maravillaba aún de que habiendo muerto Él, viviera yo”.

Parroquia El Espíritu Santo, Las Charcas, Salesiano, Salesianos Guatemala, Evangelio del Día,

🤲 Oración.

Padre, pedimos tu Espíritu Santo para abrirnos de corazón a la escucha de la Palabra de Jesús y desear conocerlo como fuente de vida eterna, como Aquel que tiene poder para dar vida a los muertos y para comunicar tu amor que tras la muerte se convierte en Resurrección para tus fieles. Amén.

Buenos días


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