Jesús Nazareno, Redentor mío.

¡Dulcísimo Jesús Nazareno Redentor mío, que llevando sobre tus hombros la cruz, caminas al Calvario para ser en ella clavado! Yo pobre pecador soy la causa de tu Pasión dolorosísima. Te alabo y te doy gracias, porque como manso cordero recibiste sobre tus hombros el madero de tu suplicio, para expiar en él mis pecados y los del mundo entero.

Perdóname, ¡oh, buen Jesús! Reconozco mis culpas y tu bondad inmensa al borrarlas con tu preciosa Sangre. Te amo sobre todas las cosas y prometo serte fiel hasta la muerte. Sostenme, oh, buen Jesús, con tu gracia y condúceme por el camino de tus mandamientos a tu reino celestial. Así sea.


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