San Francisco de Sales,
Obispo y Doctor de la Iglesia
- 24 de enero
San Francisco de Sales nació en el castillo de Sales, en una noble familia de Saboya. Su vida se caracterizó por una extraordinaria mansedumbre, aunque no fue un don natural, sino el fruto de un largo esfuerzo personal. Él mismo lo confesaba: «¿Quieren que en un cuarto de hora yo pierda ese poco de mansedumbre que he conquistado en veinte años a costa de muchos esfuerzos?». De ahí nace también una de sus frases más recordadas: «Si me equivoco, prefiero equivocarme más bien por demasiada bondad que por demasiado rigor».
De jurista a sacerdote
Tras graduarse en Derecho en la Universidad de Padua, Francisco sorprendió a su familia al elegir el camino eclesiástico. A los 26 años se presentó voluntario para una difícil misión: predicar entre los calvinistas de Ginebra. Como sacerdote se entregó con celo incansable, pero al ver pocos frutos en la predicación oral, ideó un método novedoso: escribía folletos con enseñanzas cristianas que dejaba bajo las puertas o pegaba en las paredes. Por este ingenioso modo de evangelizar, es considerado patrono de los periodistas y comunicadores católicos.

El método de la caridad
Aunque contó con el apoyo del duque de Saboya, Francisco rechazaba la fuerza o la presión como métodos de evangelización. Prefirió siempre el camino de la caridad y la persuasión, iluminando las conciencias con escritos que se convirtieron en clásicos espirituales.
Sus dos obras más célebres son:
- Introducción a la vida devota
- Tratado del amor de Dios
En esta última mostró cómo el amor fue el argumento más poderoso para reconciliar a muchos con la fe católica.
Obispo y maestro espiritual
Nombrado obispo auxiliar a los 32 años y poco después obispo titular de Ginebra, aplicó con firmeza las reformas del Concilio de Trento en su diócesis. Fue también un gran director espiritual: acompañó a san Vicente de Paúl y, junto con santa Juana Francisca de Chantal, fundó la Orden de la Visitación. Por su equilibrio entre fe y cultura, se le considera uno de los mejores representantes del humanismo devoto francés.
Su legado en la Iglesia
San Francisco de Sales murió en Lyon el 28 de diciembre de 1622, víctima de un ataque de apoplejía. Fue canonizado en 1655, y su fiesta se celebra el 24 de enero, día en que su cuerpo fue trasladado a Annecy, lugar de su sepultura definitiva. Hoy, su vida y sus escritos siguen siendo fuente de inspiración para quienes buscan vivir la fe con dulzura, paciencia y amor.
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