Beato Marcelo Spínola

Beato Marcelo Spínola,
Obispo

  • 20 de enero

El Beato Marcelo nació en San Fernando (Cádiz) el 14 de enero de 1835. Como su padre era militar, tuvo que mudarse varias veces y cambiar de lugar de estudios. Inició su formación en su ciudad natal, comenzó el bachillerato en Cádiz a los diez años, lo continuó en Motril y lo concluyó en Granada. Después estudió Derecho, primero en Valencia y luego en Sevilla, donde terminó la carrera con excelentes calificaciones.

Un abogado al servicio de los más necesitados

Empezó a ejercer como abogado en Huelva, siempre atento a las necesidades de los obreros del puerto y de las minas. Sus consejos, su defensa y su calidad humana hicieron que todos lo estimaran profundamente.

El llamado de Dios y una nueva misión

En Sanlúcar descubrió con claridad la vocación al sacerdocio. Dejó la abogacía y se preparó para ser sacerdote, recibiendo la ordenación en Sevilla el 21 de mayo de 1864. Fue encargado de una iglesia en Sanlúcar, donde celebraba la Misa con gran devoción, predicaba con frecuencia y dedicaba largas horas al confesionario. Poco después, su arzobispo lo nombró párroco en Sevilla, donde se ganó la fama de confesor cercano, guía espiritual y consejero atento para quien sufría o buscaba orientación.

Un corazón que trabajaba sin descanso

En su parroquia fundó un centro obrero, varias escuelas y un asilo, ofreciendo educación y apoyo a niños, jóvenes, ancianos y trabajadores. Su arzobispo lo apreciaba tanto que logró que fuera nombrado obispo auxiliar. Desde entonces, su labor pastoral se multiplicó, sin que él dejara de dedicar tiempo a la oración, su fuente de fortaleza.

Tras la muerte del arzobispo, fue nombrado Obispo de Coria, donde fundó junto a doña Celia Méndez la congregación de las Esclavas del Divino Corazón, enfocada en la educación de la juventud.

Un pastor entregado hasta el final

En 1886 fue nombrado Obispo de Málaga, donde volcó su inteligencia en favor de los obreros. Más tarde, en 1896, se convirtió en arzobispo de Sevilla. Allí trabajó incansablemente, incluso en medio de calumnias y dificultades. Se preocupó mucho por la formación de los sacerdotes, fundó el periódico «El Correo de Andalucía», logró que el seminario obtuviera rango universitario y fortaleció el culto a la Virgen María, tan querido por el pueblo sevillano. Durante la gran sequía de 1905, llegó a mendigar por las calles para ayudar a las familias hambrientas del campo.

Un mes y medio antes de morir, el Papa lo nombró Cardenal. No alcanzó a recibir el título en vida, pues partió al cielo el 19 de enero de 1906. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 29 de marzo de 1987.


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