Santa Margarita de Hungría,
Virgen
- 18 de enero
Santa Margarita de Hungría parece destinada a la santidad desde el inicio. Sus padres, los reyes Bela IV y María Láscaris, ofrecieron a Dios al hijo que esperaban a cambio de la paz para su reino, amenazado por la invasión de los tártaros. En 1242 nació Margarita, y fue entregada al Señor en cumplimiento de esa promesa.
Infancia consagrada
Con apenas tres años, fue llevada al monasterio de monjas dominicas de Veszprem, donde recibió cuidado y educación. Más tarde, su padre edificó un nuevo monasterio en una isla del Danubio, que hoy lleva su nombre: Isla Margarita. Allí la joven princesa profesó sus votos religiosos, entregándose totalmente a Dios.

Firme decisión de pertenecer a Dios
Aunque sus padres intentaron convencerla para que se casara con algún noble o príncipe, Margarita ya había decidido ser exclusivamente de Dios. Rechazó privilegios y honores, prefiriendo una vida sencilla de oración, silencio, estudio espiritual y trabajos domésticos, como una monja más entre las demás.
Monja y consejera espiritual
En el convento, Margarita no se apartaba de los oficios más humildes y vivía con un corazón lleno de paz. Su fama de santidad hizo que muchas personas acudieran a ella en busca de consejo, y siempre sabía ofrecer la palabra justa y llena de esperanza.
Una santa de la paz
Margarita murió muy joven, a los 28 años, pero dejó una huella imborrable como símbolo de paz y concordia entre los pueblos. Al canonizarla, el papa Pío XII destacó su testimonio como promotora de la paz, la unidad de su patria y el fortalecimiento de la fe cristiana en Hungría.
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