Santo Tomás de Cori

Santo Tomás de Cori,
Sacerdote

  • 11 de enero

Tomás nació el 4 de junio de 1655 en Cori, Italia. Desde pequeño destacó por su deseo de rezar y vivir buscando siempre lo que agrada a Dios. Visitaba con frecuencia la iglesia del pueblo, escuchaba la misa con devoción y pasaba largos momentos en oración frente al sagrario, consciente de que Jesús estaba verdaderamente presente en la Eucaristía.

Responsabilidad temprana y vida sencilla

A los catorce años sufrió la pérdida de sus padres a causa de una grave enfermedad. Aunque aún era joven, quedó a cargo de su hermana menor. Ya había decidido ser franciscano, pero decidió esperar hasta que su hermana estuviera segura y no dependiera tanto de él. Se dedicó entonces al pastoreo, una vida tranquila en medio de la naturaleza que afinó su espíritu para seguir los pasos de San Francisco, tan cercano a la creación y a los animales.

Ingreso a la vida franciscana

Cuando su hermana se casó, Tomás pidió ingresar al convento franciscano de Orvieto, donde fue aceptado. Allí comenzó a vivir plenamente el espíritu de San Francisco. A los 27 años fue ordenado sacerdote y recibió su primer encargo: ayudante del Maestro de novicios, una responsabilidad que normalmente se asignaba a religiosos de más edad, pero que él asumió con gran madurez y bondad.

El ideal franciscano vivido a fondo

Tomás supo que en el convento de Bellegra se vivía la Regla de San Francisco de manera especialmente fiel. Solicitó el traslado y lo obtuvo. En Bellegra se entregó por completo a imitar la vida del santo de Asís y a animar a los demás frailes a hacer lo mismo. Su buen espíritu llevó a que lo nombraran Superior de la comunidad.

Predicación y servicio pastoral

Fue un predicador muy solicitado en los pueblos de la región. Aunque pidió ir a las misiones en América junto a algunos compañeros, no se lo permitieron porque su predicación hacía mucha falta. También dedicaba muchísimas horas al confesionario, ofreciendo consejo, consuelo y el perdón de Dios a quienes acudían a él.

Muerte y canonización

Después de una larga jornada atendiendo confesiones, llegó el momento de su muerte, que recibió con esperanza y serenidad. Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II el 21 de noviembre de 1999.


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