Bautismo del Señor

Bautismo del Señor

  • Domingo después del 6 de enero.

Con la fiesta del Bautismo del Señor concluye el tiempo de Navidad. La Iglesia nos invita a contemplar la humildad de Jesús, que en este momento se convierte en una epifanía, es decir, una manifestación de la Santísima Trinidad.

La enseñanza de San Máximo de Turín

San Máximo de Turín, en el siglo V, reflexionaba así: «Cuando se lava el Salvador, se purifica toda el agua necesaria para nuestro bautismo y queda limpia la fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían de venir a la gracia de aquel baño».

Con estas palabras nos recuerda que el bautismo de Cristo no fue un acto aislado, sino el inicio de una gracia que alcanza a toda la humanidad.

La reflexión de San Gregorio Nacianceno

San Gregorio Nacianceno, en uno de sus sermones, expresó: «Juan está bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo por quien va a ser bautizado; y sin duda para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor, que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua». De esta manera, explica cómo Jesús, al unirse a nuestro bautismo, santifica la creación y nos abre un camino de vida nueva.

El testimonio del Espíritu Santo

San Gregorio añade también: «El Espíritu da testimonio de la divinidad, acudiendo en favor de quien es su semejante; y la voz desciende del cielo, pues del cielo procede precisamente Aquel de quien se daba testimonio».

Aquí vemos claramente la acción conjunta de la Santísima Trinidad: el Hijo que se bautiza, el Espíritu que desciende y el Padre que se manifiesta con su voz.


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