San Raimundo de Peñafort

San Raimundo de Peñafort,
Sacerdote

  • 07 de enero

San Raimundo de Peñafort nació entre 1175 y 1180, en una familia noble de Cataluña. Aunque tenía la posibilidad de una vida cómoda, eligió el camino de la entrega y el servicio. Desde joven se destacó por su brillantez académica: a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona y a los treinta, tras graduarse, impartía jurisprudencia en Bolonia. Su sueldo, generoso para la época, lo destinaba íntegramente a ayudar a los necesitados.

Vocación dominica

De regreso a Barcelona fue nombrado canónigo y colaboró con su amigo Pedro Nolasco, redactando las Constituciones de la naciente Orden de la Merced. Sin embargo, al reencontrarse con los dominicos, decidió unirse a ellos y dejar todo atrás. En 1238, ya dominico, fue elegido Superior General de la Orden. Durante dos años recorrió a pie los conventos, organizó un Capítulo General en Bolonia y luego renunció al cargo, volviendo a su verdadera pasión: la enseñanza y la pastoral.

Confesor del rey y un prodigio sorprendente

Raimundo fue nombrado confesor del rey Jaime I de Aragón, a quien no dudó en corregir por su conducta poco ejemplar en Mallorca. Una tradición cuenta que, al prohibir el rey que se usaran embarcaciones para regresar a España, Raimundo extendió su manto sobre el mar y navegó milagrosamente hasta Barcelona, mostrando así su valentía y fe inquebrantable.

Defensor de la fe y maestro de teología

Con gran celo apostólico, promovió misiones dirigidas a la conversión de judíos y musulmanes en España. Se le atribuye haber animado a Santo Tomás de Aquino a escribir la Summa contra gentiles, un texto clave para la defensa de la fe. Además, Raimundo redactó importantes obras de teología moral y derecho canónico, entre ellas la Summa casuum, destinada a guiar a los confesores en la correcta administración del sacramento de la Penitencia.

Una vida larga y fecunda

San Raimundo vivió casi un siglo, siempre en fidelidad a la verdad y al Evangelio. Falleció el 6 de enero de 1275, a los casi 100 años de edad, y fue canonizado en 1601. Su vida sigue siendo un ejemplo de humildad, sabiduría y amor al servicio de la Iglesia.


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