Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno,
Obispos y Doctores de la Iglesia
- 02 de enero
San Basilio nació en una familia profundamente marcada por la fe. Entre sus parientes hubo varios santos: su abuela Macrina, su madre Emelia, su hermana Macrina y sus hermanos Pedro, obispo de Sebaste, y Gregorio, obispo de Nisa. Además, fue gran amigo de san Gregorio Nacianceno, con quien compartió formación, ideales y el deseo de santidad. Por eso la Iglesia celebra a ambos el mismo día.
El padre del monacato en Oriente
En el año 358, Basilio y su amigo Gregorio se retiraron a un lugar desierto en el Ponto, cerca de Neocesarea. Allí, Basilio escribió dos Reglas monásticas que aún hoy guían a muchos monjes orientales, lo que lo convierte en el gran precursor de la vida cenobítica en Oriente.
Obispo y defensor de la fe
Aunque amaba la soledad y el silencio, Basilio fue llamado al servicio pastoral y terminó siendo obispo de Cesarea de Capadocia. Su misión se centró en la defensa del dogma cristiano frente al arrianismo, apoyado en ese tiempo por el emperador Valente. Siguiendo la línea de san Atanasio, Basilio se sostuvo en la autoridad del Papa para desenmascarar el error.
Su grandeza no solo estuvo en la doctrina, sino en su entrega pastoral: escribió homilías vibrantes, opúsculos como la Carta a los jóvenes, y un amplio Epistolario que sigue siendo fuente de inspiración.

Apóstol de la caridad
Uno de sus temas más insistentes fue la caridad hacia los pobres. Basilio recordaba: «¿A quién he perjudicado, dices tú, conservando lo que es mío? Dime, sinceramente, ¿qué te pertenece? ¿De quién recibiste lo que tienes?»
Con estas palabras invitaba a compartir lo necesario con los necesitados. Pero no se quedó en el discurso: en Cesarea fundó una verdadera «ciudad de la caridad», con hospicios, orfanatos, hospitales, talleres y escuelas para los más vulnerables.
San Gregorio Nacianceno, el «teólogo»
San Gregorio Nacianceno, nacido en el mismo año que Basilio (330), fue su amigo inseparable y también una de las grandes figuras de la Iglesia. Hombre de estudio y poeta, su elocuencia le ganó el título de «teólogo». Fue obispo de Constantinopla en el año 381, pero al enfrentarse a divisiones internas pronunció su famoso Discurso de despedida, retirándose luego a Nacianzo, donde murió el 25 de enero del 389 o 390. En sus poemas dejó frases profundas como: «Todo es inestable, para que amemos las cosas estables».
Descubre más desde Parroquia El Espíritu Santo
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
