Gracias por darnos a Domingo Savio.

Con gracia de anunciaciones y ecos de ala, se han llenado los caminos que se extienden desde Mondonio a Murialdo. Las distancias que otras veces con fatiga se alargaron, parece que hoy ni siquiera las siente Domingo Savio.

Don Bosco lo aguarda, sabe cosas bellas del muchacho. Quiere comprobar por sí el portentoso milagro.

¡Qué encuentro! Domingo quiere ser el mejor de los paños. Don Bosco entiende que es sastre de aquel ángel, de aquel santo. Y parece que repiten paño y sastre, sastre y paño, los caminos que se extienden desde Mondonio a Murialdo.

 A ti, Señor, la alabanza humilde de nuestro canto: Gracias porque eres tan grande y magnífico en tus santos, gracias por darnos a Domingo Savio.  Amén.


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