Por más que no midiese ni siquiera el metro de altura, ni hubiese cumplido seis años todavía, Juan ya era capaz de hacerse cargo de la vaca y de llevarla a pastar temprano al prado que les dejó su padre. Allí se encontraba, casi infaliblemente, a Segundo Matta, no más mozo que él.
![](https://espiritusantogt.com/wp-content/uploads/2023/09/los-sacrificios-del-pequeno-juan.jpg?w=1277)
En cuanto el sol se elevaba un poco sobre el horizonte, sin tener paciencia para esperar más tiempo, sacaba cada uno su pedazo de pan áspero y negro; el de Juanito, sabrosísimo y blanco, como amasado por Mamá Margarita. Un día Juanito, sin más, propuso el cambio. Se lo estuvieron cambiando un largo tiempo.
Descubre más desde Parroquia El Espíritu Santo
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.