Un consejo sobre el Rosario.

Mientras fui pequeñito – cuenta Don Bosco –, mi madre me enseñó a rezar el Rosario, me hacía ponerme de rodillas con mis hermanos por la mañana y por la noche y todos juntos rezábamos. A veces, mientras nos íbamos vistiendo para empezar el día, esta oración nos acompañaba”.

Don Bosco siempre recomendó que se rezara el Rosario tantas veces como fuese posible.

Un día, sus muchachos le dijeron que, aunque quisieran rezar el Rosario, no les daba tiempo. Con una gran sonrisa y completa tranquilidad, Don Bosco les recomendó que lo recen durante la semana, al menos una vez; y si no les da tiempo, pueden rezarlo por partes, en sus momentos libres, o cuando vayan o vuelvan del trabajo. Él les aseguraba que el Rosario es e medio más eficaz para conservar la virtud y, además, es una defensa efectiva contra las asechanzas del demonio.


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