Los niños del río.

En aquellos veranos en que el calor sube a 40 grados, y en aquellos pueblos donde no había ni duchas ni piscinas, el gran gozo de todos los jóvenes era ir al río a bañarse, nadar y refrescarse. Pero allí, además de los peligros para el cuerpo (cada año se ahogaba alguno), había muchos peligros para el alma, pues en cada pueblo o barrio hay siempre los muchachos corrompidos que gustan de hablar indecencias y son muy descarados e impuros.

Savio se dio cuenta de este gran peligro y dejó de ir a bañarse al río. Sentía grandes deseos de zambullirse y refrescarse, pero más que todo le importaba la inocencia de su alma, y su confesor le informó muy a tiempo que: “Quien se junta con personas de malas costumbres, se vuelve malo, y que las malas amistades corrompen las buenas costumbres”. Jamás volvió a aquel sitio de diversión y se asustaba al pensar en los peligros a que había estado expuesto al tratar con jóvenes que no aprecian la amistad con Dios.

Domingo ― le decían sus amigos de vez en cuando ― te desafiamos a nadar.

― Me gustaría, pero temo ahogarme.

― Nosotros de defenderemos para que no te ahogues.

―Si, pero allí hay peligros también para el alma.

― Ah, pero si todos aquí van allá.

― Eso no significa nada. Que todos vayan no significa que no haya peligro de volverse malo ― pero sus amigos insistían aún más ―Bueno, voy a pedirle permiso a mis papás y si ellos están de acuerdo si voy.

― No, no. Si les avisamos a los papás no nos dejan ir nunca.

― ¡Ah! ― contesta muy decidido ― ¿con que eso desagrada a los papás? ¿Y no sabemos que los hijos desobedientes desagradan a Dios? Yo prefiero no gozar nadando, pero seguir siendo amigo de nuestro Señor.

Con estas sabias respuestas, Domingo evitó un gran peligro para su alma. Si hubiera frecuentado aquellos sitios donde había tantos muchachos de aquellos que no se les da nada ofender a Dios, hubiera perdido quizá el inestimable tesoro de su inocencia y de su pureza, y cuando se pierde la pureza se pierden también la alegría, la paz y muchas bendiciones del Señor.


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