El 25 de mayo de 1890, por medio del Sr. Edith Borrel, a quien el P. Miguel Rúa, SDB, primer sucesor de Don Bosco nombró Cooperador Salesiano, se celebró por primera vez en México la fiesta de María Auxiliadora, y desde ese momento empezaron a contarse un montón de favores recibidos gracias a la Madre de Dios.
En la década de 1930, en la ciudad de Guatemala empezó a nacer la devoción a María Auxiliadora en una capillita bien sencilla, con paredes de adobe, piso de tierra y techo de lámina. Adentro había una hermosa imagen de la Virgen Auxiliadora que, por varios años, anduvo peregrinando entre las iglesias de Belén y El Calvario, ahí mismo en la capital. Fue el 15 de agosto de 1935 cuando se inició la construcción de la primera iglesia dedicada a María Auxiliadora, la cual se terminó en 1942.
San Juan Pablo II solía llegar a la iglesia de San Estanislao de Kostka, de los Salesianos, en Cracovia, entre 1938 y 1944, y muchas veces se quedaba orando en la capilla de María Auxiliadora. En esa misma iglesia, el 3 de noviembre de 1946, celebró una de sus primeras misas como sacerdote.

En 1959, cuando fue elegido Pontífice, Juan XXIII contó que, desde que tenía memoria, siempre había tenido a la par de su cama un cuadro de María Auxiliadora y que, a lo largo de toda su vida, ella lo había ayudado en muchísimas ocasiones de forma prodigiosa. Por eso la proclamó Patrona del Concilio con los títulos de «Auxilium Christianorum, Auxilium Episcoporum», y el 28 de mayo de 1963, ya bien delicado de salud, bendijo con mucha emoción las dos coronas que iban destinadas al cuadro de la Auxiliadora en la Basílica del Sagrado Corazón de Roma.
Durante el Concilio Vaticano, en el año 1965, se declaró que uno de los mejores títulos con los que se le puede llamar a la Virgen María es el de «Auxiliadora».
En el año 2008, el Papa Benedicto XVI explicó que la devoción a María Auxiliadora: «Nos enseña la valentía en afrontar los desafíos del mundo: materialismo, relativismo, laicismo, sin ceder jamás a componendas, dispuestos a sufrir personalmente, con tal de permanecer fieles al Señor y a su Iglesia».
Para el año 2015, el Papa Francisco hizo un viaje a Turín, a la Basílica de María Auxiliadora, donde durante algunos minutos oró frente al cuadro que mandó pintar Don Bosco. Días antes de esa visita, encomendó su viaje a María Auxiliadora y puso bajo su protección a los católicos de China, ya que ella es la Patrona de ese país. Además, expresó: «Yo allí (en un colegio salesiano) aprendí a amar a la Virgen, los salesianos me formaron en la belleza, en el trabajo, y esto creo que es un carisma suyo, me formaron en la afectividad y esto era una característica de Don Bosco».
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