Novena a los Dolores Internos del Sagrado Corazón de Jesús. Día 04

Señal de la cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, ante vuestro afligidísimo y herido Corazón, tenéis a la criatura más miserable, ingrata, desagradecida, rebelde e indigna de estar en vuestra soberana presencia. Sí, Señor, aquí está esta criminal criatura, a quien tantas gracias habéis concedido, y ella tan mal os ha correspondido; mas vuestro tierno y compasivo corazón ha esperado tanto tiempo la vuelta de esta pródiga a las puertas de la casa de la misericordia.

Ea, pues, Señor, me tenéis a vuestros pies lleno de confusión y de vergüenza, todo manchado, lleno de miseria y desfigurado, pero lleno de confianza; y acogido a vuestro Sagrado Corazón, esperando que por el desamparo que Él padeció en el Huerto de los Olivos, tengáis piedad de mí y de todos los que hacemos este ejercicio, en reconciliamiento de vuestros internos dolores. Amén.

Rezar un Credo, por la conversión de los pecadores.

Día Cuarto

Corazón de Jesús siempre amante para con los hombres, esos hombres siempre obstinados, siempre pérfidos, dignos solo de vuestras venganzas, y no de vuestros favores; pero vuestra inmensa misericordia no se cansa, sino pronta de recibiros, siempre nos llama, tocando a las puertas de nuestros corazones que cerramos y remachados con los cerrojos de la soberbia y amor propio no se abren a los amorosos golpes de su verdadero dueño.

¿Cómo, pues, Señor, sufrís tantas ingratitudes, y no arrojáis a los abismos tan duros corazones? No permitáis que permanezcamos en tanta obstinación: ablandad estas duras piedras, hasta derretirlas y convertirlas en un purísimo amor hacia Vos, y que nunca jamás vuelvan a ofender a tan amante Padre. Amén.

Realizar la petición que se desea.

Oración Final

Recibid, Señor, estas pobres oraciones, que os dirijo en honra de vuestro amantísimo y Sagrado Corazón, y en reconocimiento de sus internos dolores. Recibídmelas, Señor, por esos mismos dolores, y no me neguéis lo que por ellos os pido.

Mirad, Señor, cuán atribulado se halla este mi pobre corazón; pero si vos así lo habéis ordenado, yo no deseo otra cosa sino conformarme a vuestras santas disposiciones. Muy vuestro es: limpiadlo y recibidlo en el vuestro, y no permitáis jamás salga de él, para que no vuelva a ofenderos. Amén.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


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