📖 PRIMERA LECTURA
Libro de los Jueces (13, 2-7. 24-25)
En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoa. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. A esa mujer se le apareció un ángel del Señor y le dijo: “Eres estéril y no has tenido hijos; pero de hoy en adelante, no bebas vino, ni bebida fermentada, ni comas nada impuro, porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No dejes que la navaja toque su cabello, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos”.
La mujer fue a contarle a su marido: “Un hombre de Dios ha venido a visitarme. Su aspecto era como el del ángel de Dios, terrible en extremo. Yo no le pregunté de dónde venía y él no me manifestó su nombre, pero me dijo: ‘Vas a concebir y a dar a luz un hijo. De ahora en adelante, no bebas vino ni bebida fermentada, no comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta su muerte’ ”.
La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo y el espíritu del Señor empezó a manifestarse en él.
📖 SALMO RESPONSORIAL
Que mi boca, Señor, no deje de alabarte.
Señor, sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.
Señor, tú eres mi esperanza; desde mu juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
Tus hazañas, Señor, alabaré, diré a todos que solo tú eres justo. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo.
📖 EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 5-25)
Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.
Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.
Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: “no temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan Tú te llevarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”.
Pero Zacarías replicó: “¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada”. El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”.
Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo. Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: “Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

📓REFLEXIÓN. Un poco de fe
Zacarías e Isabel son el rostro de muchas personas cargados de frustración y con el dolor de sentirse impotentes. La situación humana se ve envuelta en crisis lo cual hace vulnerable la felicidad y la misma experiencia de Dios. Sin embargo, el evangelio de hoy nos conforta y nos recuerda que la acción de Dios está siempre dispuesta para socorrer el grito del dolor humano.
Dios nos pide un poco de fe, es lo único que requiere para hacer su obra en nuestra vida. Es verdad que en muchos momentos nos sentimos amenazados por la duda y la incerteza, aun así, la invitación del evangelio es clara: creer y vivir el cambio. Dios se hace nuestro, es lo que nos recuerda Zacarías con su oración, y nosotros no debemos temer hacernos suyos.
🙏🏼 ORACIÓN
Quiero siempre estar contigo, Padre, que seas Tú mi confidente, aquel que me acompaña en mis momentos de soledad; en los momentos en que reflexiono sobre las cosas que he hecho, todo lo que he dicho y aquellas que he dejado de hacer.
Quiero que seas Tú, Padre, aquel que guarda mis secretos más profundos, a quien busco cuando necesito desahogar mis sentimientos, mis pensamientos; en quien puedo confiar ciegamente y a quien puedo acudir en todo momento. Amén.
Buenos días 😀
San Juan Bosco, ruega por nosotros.
😇 SANTO DEL DÍA
Susana
19 de diciembre
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