Los pecados en la frente

Año 1873
Sueño 90
M.B. Vol. 10 pág. 73

La noche del 11 de noviembre de 1873 Don Bosco narró a sus alumnos el siguiente sueño que había tenido la noche del 8 de noviembre.

«Soñé que estaba visitando los dormitorios y que un personaje desconocido se me acercó y llevándome junto a los alumnos iba alumbrando con una linterna la frente de cada uno y allí se leían sus pecados. Todos los pecados de cada uno estaban allí escritos.

Después me mostró un grupo de jóvenes que tenían la frente y el rostro blanco como la nieve, porque su alma está sin pecado. Yo al verlos sentí una gran alegría. Más adelante me mostró un joven que tenía todo el rostro lleno de manchas negras.

Poco después escuché que cantaban el canto de difuntos (Dadles Señor el descanso eterno). Le pregunté al personaje quién era el que se había muerto y me respondió: ‘Se murió el joven de las manchas negras en la cara’. ¿Y cuándo? ¿Cuándo? El me mostró una hoja de almanaque que decía: 5 de diciembre.

Y yo me desperté».

Explicación

Salesianos y alumnos fueron pasando a donde el santo a pedirle que les contara lo que había visto en la frente de cada uno. Él decía a su secretario: «Estos sueños hacen mayor bien a mis discípulos que un sermón. Por eso se los narro».

Un joven fue a preguntarle qué había visto en su frente y Don Bosco empezó a decirle varios pecados. El joven le interrumpió diciéndole: «¡Basta, sabe demasiado de mi vida!».

Y al día siguiente fue a confesarse de todos sus pecados.

A otr joven le dijo el santo: «Te vi entre el grupo de los que tenían la cara llena de manchas negras». El muchacho se conmovió y al día siguiente se confesó muy arrepentido. El joven al cual vio lleno de manchas negras estaba jugando en el patio el 4 de diciembre y a eso de las cinco de la tarde sintió un fuerte ataque de bronquitis y fiebre como de una fuerte gripe. Lo llevaron a la enfermería y se confesó muy arrepentido. Vinieron sus familiares y lo llevaron al hospital y al día siguiente, 5l 5 de diciembre, se murió.

Los alumnos se preguntaban atemorizados: «¿Pero cómo se pudo morir tan rápido si antes de ayer estuvo en paseo con nosotros lleno de salud?».

Don Bosco estaba ese día en otro colegio pero volvió a Turín y les dijo a los jóvenes que aquel muchacho había hecho una santa confesión general antes de morir.

Al día siguiente el Padre Berto, secretario de Don Bosco, le preguntó cómo hacia él para saber los pecados de los muchachos antes de que se los dijeran en la confesión y el santo respondió: «Muchas noches me sueño que los jóvenes vienen a confesarse de todos los pecados de su vida. Después al día siguiente cuando se me acercan a confesarse basta que recuerde lo que les oí decir en sueños y sin que ellos me los digan ya les puedo recordar todas sus faltas».

Y Don Bosco daba gracias a Dios por este don tan singular que le concedió.


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