Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Preparatoria
¡Oh, Dios, Creador y Padre de todos los hombres! Yo creo firmemente todas las verdades que nos has revelado; confío en tu bondad y misericordia infinitas; espero en tus promesas y en tu gracia. Te amo sobre todas las cosas.
Mírame con ojos de misericordia y por los méritos y súplicas de tu siervo Pedro, concédeme la gracia especial que suplico en esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria tuya y bien de mi alma. Amén.
Reseña Histórica
Pedro marcha siempre descalzo y descubierto, y mientras duermen todos, él clama: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros». Llueve, pero sus vestidos no se mojan.
Su amor por las criaturas de la creación nos recuerda la imagen de san Francisco de Asís, que Pedro procura imitar: cura a un perrito de nombre Garrafás que se desangra. Compra por medio real un zopilote y lo cuida. Amansa a un toro y a un mulo, indómitos, que le regalan. Como el hermano celador se queja de los ratones, les manda venir, los recoge en su capa y los lleva a la orilla del río Pensativo. Allí pone una rama de árbol para que crucen a la otra orilla, con la orden de no pasar más ese límite, a menos que tengan mucha necesidad.
Su mirada sondea los corazones. Su palabra cae en momento oportuno y logra su objetivo con singular eficacia: «Lástima os tengo», le dice a una mujer en peligro de condenarse al poco tiempo ella se encerraba en un Convento.
Pedro tiene el don de ubicuidad y en todas partes se le mira como un consejero oficioso, intruso, prudente y aguafiestas del diablo. Donde cónyuges disputan o se exceden en el castigo de sus hijos, donde truhanes traman sus fechorías, donde los enfermos se mueren sin confesión, donde los hombres se hacen la guerra y olvidan el temor de Dios, aparece inevitablemente la figura venerable del Hermano Pedro.

Rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Oración Final
¡Oh, piadoso siervo de Dios, que has dado al mundo durante tu corta vida, ejemplos admirables de fe, esperanza y caridad!, apiádate de mí, pobre pecador, y otórgame la gracia que te pido (Mencione la petición que se desea).
Dame también una gran pureza de alma y cuerpo y un amor grande a Jesús y a María, para que, imitando sus virtudes, sienta crecer en mí el celo por la salvación de las almas. Amén.
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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