Novena a Sor Encarnación Rosal. Día 07

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para todos los días

Amada Madre nuestra, llegamos ante ti para pedirte nos obtengas del Corazón de Jesús la gracia de conocerlo, amarlo y servirlo como lo hiciste tú.

Conocerlo como Señor, Maestro y Amigo; penetrar como tú en el secreto de su Corazón para descubrir sus sentimientos, oír sus confidencias y hacerlo, a tu ejemplo, razón y término de nuestra oración y vida.

Amarlo con un amor tan delicado que alcancemos, como tú, la gracia de conocer y profundizar en sus más hondos dolores y prodigarle el consuelo que Él espera de cada una de nosotras.

Servirlo en nuestros hermanos, particularmente en aquellos que, por olvido, desamor, infidelidad están lejos de ese Corazón que tanto los ama.

Te pedimos, Madre, por intercesión de Nuestra Señora, nos alcances la gracia de prolongar en la Iglesia tu espiritualidad de reparación y de vivir y morir en amor y dedicación plena al Corazón de Jesús. Amén.

Día Séptimo. Filial amor de la Madre Encarnación a Nuestra Señora

Profesó Nuestra Madre Encarnación gran amor a la Santísima Virgen. Niña en Quezaltenango oraba diariamente ante Nuestra Señora del Rosario y le ofrecía las más hermosas rosas del jardín de su casa paterna.  Cuando ingresó en el Beaterio la atrajo la Virgen del hermano Pedro, la Señora de Belén tan amada y tan honrada por él y por los primeros Bethlemitas.

A Ella recurrió y encomendó la difícil tarea de volver al fervor primitivo a las beatas de Belén.  Cuando fue elegida Priora depositó en sus manos las llaves del convento y pidió que la Señora fuera considerada como la Priora del Beaterio.

Expresaba su devoción en amorosas súplicas: «Quién pudiera, oh, bondadosa Madre, publicar tus maravillas y hacer que todo el mundo te conociera, te amara y te sirviera».

Enseñaba a las estudiantes a recurrir a Ella, a ponerse bajo su protección y les ponderaba la necesidad de implorar su maternal bondad para que con su fortaleza invencible retirara los grandes males y peligros que nos cercan.

Hablaba frecuentemente de Nuestra Señora, de sus grandezas y privilegios; recomendaba celebrar con fervor sus festividades y aconsejaba su mediación para obtener el vivir solo para Dios y morir en su santo amor.

Rezar una salve a Nuestra Señora

Repitamos la invocación que le hacía nuestra Madre: «Oh, María, alegría del mundo, encanto del cielo y delicia de la Beatísima Trinidad, intercede por nosotros pues tienes tanto poder para alcanzar de Dios todo lo que te pedimos. Danos un corazón sencillo y aumenta nuestra confianza en tu poder y misericordia. Amén».

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


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