Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración para todos los días
Amada Madre nuestra, llegamos ante ti para pedirte nos obtengas del Corazón de Jesús la gracia de conocerlo, amarlo y servirlo como lo hiciste tú.
Conocerlo como Señor, Maestro y Amigo; penetrar como tú en el secreto de su Corazón para descubrir sus sentimientos, oír sus confidencias y hacerlo, a tu ejemplo, razón y término de nuestra oración y vida.
Amarlo con un amor tan delicado que alcancemos, como tú, la gracia de conocer y profundizar en sus más hondos dolores y prodigarle el consuelo que Él espera de cada una de nosotras.
Servirlo en nuestros hermanos, particularmente en aquellos que, por olvido, desamor, infidelidad están lejos de ese Corazón que tanto los ama.
Te pedimos, Madre, por intercesión de Nuestra Señora, nos alcances la gracia de prolongar en la Iglesia tu espiritualidad de reparación y de vivir y morir en amor y dedicación plena al Corazón de Jesús. Amén.

Día Tercero. Admirable Caridad de la Beata Madre Encarnación
Si grandes fueron su fe y su esperanza, fue mayor su caridad, «su teocentrismo se hizo patente». Se mantenía dominada por el pensamiento de Dios, de su gloria, de su amor, de su voluntad, de sus designios. Para ella Dios es verdaderamente el Señor y solamente para Él vive. Su relación con Dios en la oración es de gran intimidad y ternura. Su amor a la Humanidad de Cristo es tan vivo que está con Él en permanente diálogo de amistad y de amor.
Atestiguan sus compañeras de viajes que oraba siempre y que en las fondas o en los ranchos donde se veían obligadas a pasar la noche, lejos de buscar el merecido reposo, seguía de pie o de rodillas dialogando con su Señor. «Hablaba solo de Dios, de su bondad infinita, de su misericordia, de las dulzuras de su Corazón y de sus demás atributos».
De su amor a Dios se deriva su amor al prójimo. Le preocupa la salvación de las almas pues no quiere llegar sola al paraíso. Ejerce el ministerio del consejo y del consuelo y practica todas las obras de misericordia. Abre su corazón a los pobres y necesitados e insiste en hacer de cada una de sus casas un verdadero Belén. Suele decir: «Belén significa casa del pan. Por eso nuestro deber es dar el pan del espíritu mediante la instrucción religiosa» y compartir el pan material. Que «los pobres que llamen a las puertas de nuestras comunidades jamás se vayan con las manos vacía».
Rezar un Padre Nuestro al Sagrado Corazón para que nos encienda en el amor que abrasó el corazón de nuestra Madre
Para que fieles a tu ejemplo ayudemos a los pobres.
Madre, intercede por nosotros.
Para que nuestras casas sean verdaderos belenes donde el pan espiritual y el pan material se repartan generosamente.
Madre, intercede por nosotros.
Para que crezcamos en amor y servicio al hermano más pobre.
Madre, intercede por nosotros.
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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