Desde Roma ve a sus jóvenes de Turín

Año 1870
Sueño 78
M.B. Vol. 9, pág. 717

En los primeros días de febrero de 1870 Don Bosco escribió desde Roma esta carta a sus alumnos de Turín, ciudad que queda a muchos kilómetros de Roma. Dice así:

Desde Roma he logrado ver en sueños a mis queridos alumnos de Turín. He contemplado en la visión al Padre Cagliero rodeado de una gran cantidad de jóvenes que se confesaban. Vi también a muchos rezar con fervor y comulgar santamente. Vi también a bastantes que piensan en Don Bosco y a un buen número que visita a Jesús Sacramentado en el templo. Y todo esto me llenó de gran alegría.

Pero vi también algo que me llenó de amargura y que causaría verdadero horror a quien lo leyera si lo pudiera confiar al papel. Diré solamente que al lado de muchos jóvenes buenos vi unos que parecían cerdos y que llevaban escrita en la frente esta frase del salmo: “Son como asnos o mulos que si no se les pone freno no obedecen”.

Vi también con gran alegría que muchos llevaban en su lengua una azucena (de pureza) o una rosa (de candad). Y eran muchísimos. Pero en medio de estas visiones tan consoladoras vi a varios jóvenes que llevaban en la boca una monstruosa serpiente que despedía un veneno mortal y saliva inmunda. Le envío por aparte al Padre Rúa el nombre de algunos de ellos. Estos llevaban en la frente las palabras del Apóstol: “Las malas amistades corrompen las buenas costumbres”.

Mis amados jóvenes: recordemos que a la hora de la muerte solo recogeremos lo que hayamos cultivado en esta vida, lo bueno o lo malo.

Nota

Le envío al Padre Rúa, por aparte, la lista de aquellos cuya lengua según dice el Libro Santo: “Es como áspid o serpiente venenosa escondida entre la hierba”.

Espero viajar desde aquí el 21 de febrero y estar llegando a Turín el 25. Más que recibimientos solemnes la fiesta que quiero que ofrezcan es el encontrarlos a todos gozando de buena salud y observando muy buena conducta. El domingo siguiente celebraremos la gran fiesta de san Francisco de Sales. Que cada uno celebre esta fiesta de la manera más grata que yo pueda desear: haciendo una santa comunión. En comparación con este modo de celebrar una fiesta, los demás modos valen menos y son de menor importancia. Dios los bendiga a todos y les conceda perseverar siempre en el bien.


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