El Padre Nuestro: una enseñanza de cómo orar

En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña a orar, empieza diciendo que no es cuestión de muchas palabras, «no hablen mucho como los paganos que se imaginan que, a fuerza de mucho hablar, serán escuchados, porque su Padre ya sabe lo que les hace falta antes de que se lo pidan», entonces eso hay que tomarlo en cuenta.

De hecho, el Padre Nuestro que Jesús nos enseña, es una oración corta. Contiene siete peticiones, en las tres primeras lo que pedimos es la Gloria de Dios; y luego hay cuatro peticiones que tienen que ver con lo que nosotros, lo que necesitamos.

Vemos que dice «santificado sea tu nombre», «venga a nosotros tu reino», «hágase tu voluntad», son peticiones que van en la ventaja de la glorificación de Dios, de su alabanza y que se cumpla su voluntad y venga su reino; las otras cuatro, que tienen que ver con lo que nosotros necesitamos, de esas cuatro, tres lo que le pedimos son bienes espirituales, no materiales. Le pedimos que «perdone nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», le pedimos que «no nos deje caer en tentación», y le pedimos que nos «libre del maligno». Tres peticiones que lo que se piden son dones espirituales.

Tan solo queda una petición de algo puramente material y que es lo fundamental para vivir: «danos hoy nuestro pan de cada día». Entonces se encierra pues todo lo que es necesario para llevar una vida digna de acuerdo con la dignidad de nuestra persona, que es imagen y semejanza de Dios. Le pedimos, pues, que nos ayude a sostener en la vida esa dignidad con el alimento necesario de cada día, después sigue una reiteración de la petición «perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», «si ustedes perdonan las faltas de los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre, y si ustedes no perdonan a los hombres tampoco el Padre les perdonará», entonces como que se subraya la importancia de ese perdonar las ofensas que recibimos, porque es condición para que nosotros mismos seamos perdonados. La lógica está en que, por grande que nos parezca la ofensa que nosotros hemos recibido del prójimo, no deja de ser una ofensa limitada, mientras que la ofensa que Dios Padre recibe de nosotros por nuestros pecados es una ofensa infinita.

Hay una parábola que gráficamente dice esto mismo: aquel que fue perdonado de una deuda millonaria y que no pudo perdonar a su compañero de una pequeña deuda, entonces ahí está la lógica, por grande que nos parezca la ofensa que nosotros hemos recibido del prójimo, si la comparamos con lo que Dios nos está perdonando a nosotros por nuestros pecados que merecen la condenación eterna, entonces queda muy relativizada la ofensa del prójimo. Reflexionando eso, entonces, tal vez se nos facilita un poco más perdonar a los que nos han ofendido

Homilía de P. Luis Corral, SDB


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